martes, 5 de septiembre de 2017

cines



El Omy dicen que lleva 31 años cerrados. Hay verja, pero por cada una de las adyacentes se puede ver la taquilla, diminuta. Habría que agacharse para ver a la persona que nos daba ese trozo de papel a modo de entrada que algunos guardarían en una vieja cartera, quizás poniendo el nombre de la película vista detrás. De ahí a estar adentro, sentado, sólo un paso. Escasos metros para soñar. Es Medina de Rioseco. Soportales para protegerse de la lluvia si llueve o para pensar que se siente un poco menos de frío mientras abren la puerta. El Berruguete de Paredes de Nava cerró hace 34 años. No se puede aparcar delante, señal que pierde color. Nadie lo hará. Tuvieron su momento. Quiero creer que dentro, en el abandono, puedan quedar sueños no cumplidos, de aventuras o de amores. Y sus dueños, desperdigados por el mundo o por el universo quizás recuerden todavía una espera, una butaca, una mano, un miedo o un escalofrío de origen desconocido, algo que sucedió un Domingo.

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