sábado, 14 de enero de 2017

un gorro


Un gorro, una calle en obras, también la casa, se ve bien. Los cristales tienen esas X inconfundibles. Sol quizás de invierno. Una estola al cuello. No quiero comer. ¿Y si fuera la primera foto? Salir enfadado. Sé dónde está hecha la foto. No sé quién la hace. Pero al fondo algo no existe. Todavía no se eleva la casa nueva. Hay tapias y huertas, un día será parque. Qué fácil es adivinar sabiendo. Jersey con agujeros, quizás sea de perlé. Manos. Un carro de paseo, una comunión, un coche de juguete, sobre mantel. Copas, el final de la comida, se llama sobremesa. Los visillos no dejan pasar el día, sólo la luz. Un tebeo. Cinzano, es un cenicero, la chaqueta cruzada, oscura, de botones dorados, infinita, zapatitos blancos, todo de blanco. Son fotos. Un sillón, con orejas, un banco, verde, una cabaña de pastor, escenarios. Para algo. Para retratar momentos. Para que nos acordemos luego. Los coches aparcados, el nuestro, pequeño, o grande. La hierba del paseo a Armentia. No hay casas, serán huertas. Velas que soplar. Tres. Y sidra, botellas, dos. Y unos ladrillos en el salón que eran de color, granate. Y la fuente, y las manos hacia arriba, y tirantes, y todo corto. El agua, que extraño, el mar, las olas, mas extrañas todavía, quizás temor, el coche, la foto. La chaqueta blanca, inmaculada. Todos guapos, los que están y los que ya no están, éstos mayoría. Un libro. El pastor gigante, el monumento. Blanco también. Los mayores beben, los pequeños miran. Una cabeza que crece, un remolino. Otro coche para arrastrar, es la fricción, un tractor. De verdad. Una bolsa de caramelos, unas anillas de columpio, un balón. Calcetines altos. La gorra de marinero, la del Salvarani. El traje de fútbol, rojiblanco, del Athletic, quién lo diría. Otro balón, de reglamento, un cigarro, ropa oscura la de ellos, remangados. Crecer, nada es lo mismo. Instantáneas, detalles. Quitarme las gafas para ver mas, para verlo todo.

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