Las agendas ya no se llevan, manuales, de boli. Todo
se fía al teléfono, que puede con todo. En el año 75 yo todavía vivía en la
antigua casa. En Noviembre murió Franco y yo me desperté en la nueva casa. La
mudanza tuvo que ocurrir entre medias. Quería ser diario y casi no lo fue.
Reutilizada después para anotar películas. Mas que diario de vida, diario de
tareas de clase. El diez de Enero anoto: Redacción: la guerra en nuestros días.
Siguen los conflictos. Quiero pensar que hablaría de la tecnificación de ésta.
De cómo matar mas rápido y sin mancharte las manos. Seguimos parecido. Hoy todo
se guía hacia el destino. Sin enterarse que van a morir, sin ver llegar al
enemigo a pie o a caballo. Es un objetivo y punto. Si falla se pide perdón pero
el muerto sigue entre escombros. Pasamos a raíces, ecuaciones y quebrados.
Hablamos de geometría y aritmética. Soy escueto en esos tiempos. Más películas,
El sol siempre brilla en Kentucky. No puede ser cierto. La filma John Ford. Y
el título original no concuerda. Sería algo así como El sol brilla fuerte.
Manías de nuestros mayores. Quizás lo de Kentucky suene a exótico, en los años
50 sobretodo. Un reclamo. Mas películas, algunas son clásicos, El cartero
siempre llama dos veces y una escena para la posteridad, sobre la mesa de la cocina,
alto voltaje. Lo demás en blanco. Llego al final, agenda de teléfono. Un par de
números. Antiguos amigos, perdidos en el tiempo. Todavía la Avenida era la del
generalísimo. Es Vitoria. Acaba el año y se acaba de morir el dictador.
Entonces nadie le llamaba así. Todo cambiará. Dos papeles perdidos, una rifa
pro-fiestas Murgia 1985 que sortea lo de siempre, viajes, abonos y una tienda
de campaña. Y un vale para el cine a precio especial. Para el Astoria Palace y
el Azul. Éste último, en la Plaza de Zaldiáran. Azules sus butacas, oscuro como
todos. Del primero equivoco su ubicación. Google al rescate. Su magia lo ocupa
el primer Zara de Vitoria. No es lo mismo, no me comparen. Está claro que no lo
disfruté, el vale. El cine sí. Otras agendas están vacías, nunca usadas. Nunca
anotadas. Otras mas recientes, es un decir, 1996. 25 febrero, quinto
metatarsiano del pie izquierdo que rompe, es el balón, es un gesto. Tarde de
Domingo que acaba en urgencias. Tres semanas escayolado. Rodeado de enanos, por
el suelo, tirado. La vida es así, hasta bonita. Luego, viajes, muchos, mucho
trabajo. Barcelona en el horizonte. Volar y volar, en esa línea desaparecida.
Nada fue lo mismo después del accidente. Era Spanair. Un puente aéreo. Vuelta
atrás, 1978, notas, tareas. Vuelvo a empezar las anotaciones, enseguida me
canso. Propósitos de nuevo año, incumplidos. Llegan los Reyes, camiseta y
balón, y coche dirigido, y raqueta de ping-pong. Ir al fútbol, nieva en Enero,
tormenta de nieve. Nada más, transcurre el resto del año en blanco. Pero no
será por la nieve.
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