Curry
Masala, nombre de restaurante y nombres de especias que evocan sabores de otros
mundos. Comida con tintes, texturas y aromas diferentes. Hay que probar de
todo. Al lado de la Gran Vía que estrena una chapuza de expansión de zona
peatonal. Vallas con cintas, que se interrumpen, vuelven, etc. La medida parece
poco elaborada y se queda a medias. Gente, gentío, que viene y va. Tiendas,
bares, es el preludio. No es navidad, aunque todo apunte en esa dirección. Se
canta en grupos, filipinos que piden dinero. Se decora y las luces lo inundarán
todo. Bajamos a la fundación Mapfre. De paso la casa donde vivió José Martí,
trasera de la Gran Vía. Placas que se pierden en las alturas. Los Fauves, la
pasión por el color. Principios del XX, Francia, un verano en Colliure, 1905, Matisse
y Derain pintan. Y exponen en otoño en Paris rodeando bustos clasicistas. Un
crítico habla de “Donatello entre las fieras” (fiera=fauve). El presidente de
la República, Loubet rehusa inaugurar la muestra. Colorido extremo. Trazos
simples. Andre Derain retrata a Matisse, 1905, de la Tate. Y se autorretrata,
1908 (colección particular). También Matisse pinta a su hija Marguerite.
Pintura que parece infantil, inacabada. Rostros que se llenan de color y de
pinceladas rectangulares. Inspiración para futuros artistas. Sencilla y
directa. Los paisajes me aburren mas, como los bodegones y las escenas callejeras.
La muestra es amplia. En Santa Barbara está enterrado Fernando VI y esposa,
Bárbara de Braganza. También está el sepulcro del general O’Donnell. Sigue nuestro
camino por la calle Barquillo. Antes electrónica. Ahora moda y ocio en su
mayoría. Pomme Sucre tiene unas palmeras de chocolate deliciosas. Buscamos la
Venencia. Abre a las siete. Paseo de mariposas y espaldas, de escalofríos entre
sombras. El palo cortao es un vino de Jerez, delicioso. Entre paredes de
siempre y servilletas de entonces. Desandar lo andado, al teatro Lara. Lleno a
rebosar. Burundanga, seis años en cartel. Droga de la verdad. Comedia de
enredos. Cinco interpretes que saben hacer reír o sacar sonrisas. No es fácil. Ovación
final. Madrid sigue a lo suyo. Escenario de sueños, de niños o grandes. El museo
del jamón calienta estómagos. Los trenes cercanías se llenan o vacían y las
luces que quedaron atrás solo se apagarán dentro de unas horas.
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