En una hora estamos en
Valencia. Autopista para alcanzar una ciudad llena de turismo y vida. Recuerdos
de otras fechas. Buscamos comida antes de nada. En la plaza redonda. La han
cambiado, le han quitado el encanto de lo viejo. Ahora es uniforme, monocolor,
antes era lo contrario. Quizás el cambio traiga mas negocio, mas llamadas al
consumo. No hay quien pare esto. Comemos en restaurante sin cartel de nombre
todavía. Abierto antes de las Fallas. La fideua nos dura ocho minutos, de
reloj. Muy buena. Tardaron mas en cocinarla. Se llama el local La Redonda. Auguro
futuro aunque nunca se sabe. La oferta es extensa en toda la zona. Una señora
que vende pulseras de lana. Muy mayor, necesita dinero. Mucha gente pidiendo. El
mercado central, céntrico, si conserva la antigüedad. Los puestos van cerrando.
Descubrimos el xinxol, pequeña manzana, y que los melocotones saben bien. No cierra
al mediodía, una iglesia. Restaurada hace unos meses. Le denominaron la Capilla
Sixtina de Valencia. Tres euros la entrada. Lugar entregado tras la toma de la
ciudad en 1278 a los dominicos. Varias reformas, templo gótico en el XV. Reforma
barroca en 1693. Pinturas al fresco en bóveda y presbiterio. Realizadas por
Dionis Vidal siguiendo el diseño de Antonio Palomino. Se muestran en la bóveda algunos
hitos de la vida de los titulares del templo, san Nicolás y san Pedro Mártir,
éste último dominico, natural de Verona. El lugar impresiona. Recogido a esta
hora de la sobremesa poco a poco empieza a llegar gente. Mas joyas en las
capillas como en la del calvario. Retablo de la crucifixión. Talla de Cristo
sobre fondo pictórico de Juan de Juanes. Vidrieras que giran sobre su eje y
ventiladores para paliar el calor. Quién diría que al final de un callejón
aparece esta maravilla. La Basílica de la Virgen de los Desamparados abre a las
cinco y se llena enseguida. Una señora ciega sube con ayuda a camarín. La virgen
da la espalda al público. Hay que subir para verla. Ovalado el recinto y lleno
de color. Frescos de Palomino, de 1701.Obra de mediados del XVII. La devoción
está ligada al hospital de inocentes, locos y orates, creado en 1410. Parece ser
que la imagen se colocaba sobre los difuntos. Mas tarde su amparo se extendió a
mas desfavorecidos.
Valencia de rincones y
plazas, de terrazas y calor. Andar y andar. Mucho visitante extranjero.
El museo nacional de
cerámica y de las artes suntuarias “González Martí” es un espectáculo por fuera
y por dentro. Situado en el Palacio del Marqués de Dos Aguas. Carruajes,
indumentario, algo de pintura, escultura y mucha cerámica, todo ello subiendo
escaleras que permiten ver el patio decorado. Salones de baile o visitas,
dormitorios o antesalas. Las obras del palacio se inician en 1740. Portada de
alabastro realizada por Ignacio Vergara con Virgen del Rosario de Molinelli. Cuadros
de Pinazo en el interior. Descubrimos mancerinas, jícaras y aguamaniles. Tomamos
algo en Blanquita, plaza del Dr. Collado. El músico callejero no puede tocar,
no le dejan amplificar el sonido. Horchata grande y noche que se hace. Hora de
volver. Valencia merecerá mas y dedicados días.
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