sábado, 16 de julio de 2016

pastrana-2


Canta el gallo y vuelve a volar el pájaro descansado, y vuelve a cantar. El cielo es azul. Vamos a San José. Al final había misa, de nueve. Las señoras llegan y ocupan sus asientos, probablemente siempre los mismos. Todas se detienen antes, al final de la nave, para rezar a la Piedad, o al Nazareno, o al Santo Entierro. Nos dice una señora que el Nazareno es muy milagroso y que habló. Oímos las mismas lecturas de ayer pero diferente sermón. Largo y profundo. Todo para decir que cada uno de nosotros tiene algo que hacer, con el prójimo. Ahí se resume todo, se resumió y siempre se resumirá. Pero a veces la gente se olvida. Por eso es bueno recordarlo. Todo lo demás podría sobrar. Una placa en la pared recuerda que Doña Cristina Guera de la Vega, mujer del capitán Gregorio de Chinchilla ingresó en este convento en 1603. Desayuno en el hotel, casero. Y coche hasta el convento del Carmen. Fundado por Santa Teresa de Jesús, al llamado de los primeros duques de Pastrana, en 1569. Entre sus religiosos destaca la figura de San Juan de la Cruz que fue maestro de novicios. Estuvo ocupado por Frailes Carmelitas hasta la desamortización de Mendizábal (1836). Más tarde, en 1855, fue ocupado por la Orden Franciscana, que lo utilizó como seminario para formar a los misioneros que enviaban a extremo oriente. Hoy ya no residen ahí, se utiliza temporalmente sólo. Visita guiada y muy interesante. Uno de los dos frailes que junto con la Santa inician la actividad del convento era pintor también. Ahí están un par de sus cuadros. Se llama Fray Juan de la Miseria. Pinta a su compañero, también italiano, Ambrosio Mariano, recibiendo la Orden del Carmelo. Interesante cuadro histórico también, el de la conversión del Duque de Gandía, cuando observa el cadáver de la emperatriz Isabel. Obra de Salvador Maella. O San Juan de la Cruz pintado por Alonso de Arco. El hijo de los príncipes, Fray Pedro González de Mendoza (1570-1639) encarga a la Escuela Madrileña una serie de cuadros que reflejen la estancia de Santa Teresa en Pastrana. Llegamos a la estrella de la colección, el Cristo de la Verdad, de Gregorio Fernández. Magnífico en su altura. Una sorpresa, la de Juan Antonio de Frías y Escalante (1633-1669) y su Transverberación de Santa Teresa. Se está bien bajo el Palacio Ducal. Visita de hechos históricos. Se conserva el artesonado y nos cuentan la historia de los príncipes. Él, criado a la sombra de Felipe II, ella de la familia Mendoza. Se ve el balcón enrejado desde donde se asomaba en su cautiverio a la plaza, una hora al día para tomar el sol. Su hija Ana emparentó con los Medina-Sidonia, de ahí el nombre del parque de Doñana. Aceleramos el paso para llegar a la Colegiata, también guiada la visita, puro espectáculo. Pintura sobre alabastro en el altar, de 1624, y que representa a la Asunción. Cristo anónimo del románico tardío, primeros del gótico, talla en madera. La joya son los tapices de Pastrana, hechos en Bélgica, finales del XV. Encargo de Alfonso V de Portugal para conmemorar conquistas en el norte de África. Coloridos, llenos de historia y arte. Las explicaciones detalladas ayudan a entender lo que vemos. Aparte de tapices, salas de lienzos y esculturas. Maria Gasca de la Vega retratada ante la Dolorosa, cuadro del belga Felipe Diricksen, obra de 1625. Anónimo en tabla que representa a María Magdalena con donante e hijo. Virgen de Belén, anónima del XVIII. Parece enfadada. Descendimiento de Juan de Borgoña, hacia 1537. Y un bonito lienzo de la hija pequeña de los príncipes, Ana de Silva y Mendoza, que ante la muerte de su prometido, ingresa como monja en San José. También Salzillo y la Divina Pastora. La cripta nos trae frío y urnas que acogen a príncipes y familiares. En la salida un par de tablas de Mayno, el pintor local que parece pasar desapercibido. Hora de comer y conducir por carreteras distintas, con mas rectas, en dirección a Guadalajara.

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