sábado, 16 de julio de 2016

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Calor de sábado tarde en Pastrana. Es provincia de Guadalajara. El viaje fue sinuoso, con subidas y bajadas. Poco transitada la carretera. La oficina de turismo está cerrada. Se encuentran en visita guiada. Aparcamos en parking público y gratuito. La plaza del Palacio, mejor de la Hora, luego sabremos por qué. Sorprende encontrar tal edificio en la Alcarria, en medio de esa nada que todo lo inunda. Hectáreas de campos y tierras vacías y de repente unas torres. Suena la música en el kiosko y el tiempo se detiene. Se desayuna de nueve a once nos dicen en recepción, es el hotel Mayno. Nombre de pintor, del lugar. Es él, príncipe, duque y grande de España. Ella princesa, de Éboli, y duquesa. Parece que fuera hermosa. Y con parche que mantiene la duda sobre el aspecto de su otro ojo, o sobre su estado. Se sospecha que era impostura para aumentar su hermosura. La Iglesia, Colegiata, al otro lado del pueblo. Se visita en silencio. Huellas de Santa Teresa por cada esquina. El párroco prepara la misa y nos dice que lleva once años aquí y cuenta las maravillas que alberga el lugar. Lo comprobaremos al día siguiente. Aquí bautizaron al pintor Mayno. Pueblo de cuestas empinadas y casas antiguas. Algunas se venden. Las golondrinas o lo que sea vuelan y cantan. Bandadas en giros infinitos. El convento de San José lo fundo Santa Teresa en 1569. Es la calle de las monjas. Hoy son las franciscanas concepcionistas las que lo ocupan. Llevan aquí desde que la santa dio orden en 1574 de que las descalzas lo abandonaran. Todo, a raíz de la entrada en él de la enigmática princesa de Éboli, a la muerte de su marido Ruy Gómez de Silva. Ella llamó a la orden franciscana. No aguantó mucho más. Volvió a la vida civil y acabó encerrada en palacio donde falleció. Intrigas en Madrid. El niño que pasa le pregunta a su madre que es la misa. Nosotros le habíamos preguntado a ella si había tal. Cortinas con Quijotes y Sanchos en su decoración. Los pájaros a lo suyo. Buscando el fresco no hay sitio mejor que la Colegiata, muros recios para bajar la temperatura. El órgano lo soportan dos encorvadas figuras de grandes manos. El rosario adormece y el párroco cambio el negro por el blanco. A la hora de la misa vestirá de verde. Abanicos y bastones. Blusas y vestidos de verano y pasos cortes y torpes para alcanzar el altar. Se canta a la Virgen del Carmen con una semana de adelanto. Madre mía, se le dice. Y madre mía, digo yo, cuando oigo cantar a alguna de las señoras. Dios no le dio talento en la voz. Virgen marinera en tierras tostadas al sol. Sale en procesión, la banda espera fuera y suena el himno nacional. Muere un torero en la plaza y los mezquinos desbarran. La humanidad se olvida en las redes sociales. Se confunde todo. La estúpidez sale a borbotones. Rabia de bárbaros que equiparan al animal con el humano racional. Ellos, irracionales, no alcanzaron el estado de humano. Se quedaron en la anécdota de la vida. En sus bocas de fuego y en sus mentes obtusas. Mas silencio y mas respeto. Clamo yo. El silencio que acompaña a la virgen en su procesión. Al son de tambor. En la plaza del ayuntamiento vuelan y vuelan los asilvestrados, hasta que la luz se va. Y se hizo la noche. Unas tapas al aire libre que no fresco. Hora de descanso.

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