
Atardecer en la huerta, en el patio de
la Universidad. Es escultura de Campillo. Van y vienen los que construirán el
futuro. Con libros. Es el claustro de la facultad de Derecho. Zona de jóvenes,
con bares. En San Lorenzo una Dolorosa de Salzillo para vestir que sigue los
canones del artista, frente amplia y despejada. Gran veneración al Cristo del
Refugio. La iglesia fue tal durante la guerra civil. Pisamos el albero del coso
taurino de la ciudad. Feria de gastronomía o food truck. Camionetas con comida.
Reluce la arena al sol. Andamos y más. Comemos tapas en el mesón cinco
estrellas. Terraza cubierta. Paseamos por el camino al borde del Segura. Agua,
juncos y palmeras. Avanzamos hasta los jardines del malecón. Pájaros, árboles y
plantas. Cruzamos puentes que bailan sobre el río. Se sigue comiendo a las
cuatro y media. Bares y terrazas llenos. No las hay en la plaza del Cristo de
la Salud. Allí está la Iglesia Museo San Juan de Dios que alberga estos días
parte del patrimonio de las “Anas”. Calor. Espera. En el Francisco Cascales,
instituto de bachillerato, no hay clase esta tarde. Ventanas de madera,
enormes, abiertas, pupitres verdes. Dice una placa que aquí nació Andrés
Hibernón, 1534-1602. Murciano esclarecido, franciscano. En el museo hay mucho
Salzillo, destacando una pequeña Dolorosa de la primera mitad del XVIII, de las
Dominicas de Santa Ana. Suena el clavicordio en ensayo. Habrá concierto
nocturno. En librería de antiguo rebusco para encontrar algo sobre el escultor.
Nos quieren vender un misal. La necesidad puede con todo. La Plaza Mayor quizás
albergue la fuente mas fea del mundo. Una especie de ensaladera gigante,
desproporcionada, de color incierto y fuera de sitio. Sopla el aire y las palomas
quieren algo que no tenemos. Son las seis de la tarde y la sobremesa se extiende
en celebraciones infinitas. Espectacular San Nicolás de Bari, con Salzillos,
una Dolorosa de Mena y obra de Alonso Cano. El Palacio Almadí presenta
exposición. Obras de la colección de Julián Castilla. Le llaman Himalaya. Me quedo
con una obra de Eduardo Úrculo. Pasear y seguir paseando. Mucha gente. Una antigua
prisión provincial. El viento parece llevarse las notas de un violín cercano. En
la Tasca El Palomo disfrutamos de una memorable cena. 38 años llevan haciendo
su trabajo. Zarangollo y michirones, también patatas al ajo cabañil. Y de
postre, el famoso paparajote, delicioso, acompañado de malta de anís y azúcar. Para
repetir. La noche se hace y las calles se pueblan. Se vive en la calle. La sociedad
musical Ceheguín acompaña a la virgen de Fátima en su peregrinar. A las diez,
en marco incomparable, delante de la portada de la Catedral, comienza el
concierto de Carmen Paris y Nabila. Luz y colores. Tres cuerdas y batería
acompañan. Nabila es marroquí y canta en su idioma, incomprensible. No acabo de
conectar. Paquito el chocolatero en versión especial termina la noche.
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