sábado, 18 de junio de 2016

murcia-5



Es viernes, las nubes quieren tapar el sol. Calor. Desayunamos en La buena moza. Y después, a andar, y a visitar. Salzillos por donde quiera que vayas. También en Santa Eulalia. En la plaza de fuera una estatua en su honor. Visitamos las murallas de Santa Eulalia. Vestigios de la antigua ciudad. Solos como en casi todas nuestras visitas. Debajo de la plaza duerme un cementerio islámico. Piedras de antaño, puertas y espacios defensivos de cuando las construcciones se hacían para rechazar al enemigo. Es hora de adentrarse en el Museo de Bellas Artes. Tallas y cuadros. Mas pintura. Muy interesante. Hay escolares que reciben datos por aquí y por allá. En exposición temporal cuadros del pintor murciano Aurelio Pérez Martínez.
Atardecer en la huerta, en el patio de la Universidad. Es escultura de Campillo. Van y vienen los que construirán el futuro. Con libros. Es el claustro de la facultad de Derecho. Zona de jóvenes, con bares. En San Lorenzo una Dolorosa de Salzillo para vestir que sigue los canones del artista, frente amplia y despejada. Gran veneración al Cristo del Refugio. La iglesia fue tal durante la guerra civil. Pisamos el albero del coso taurino de la ciudad. Feria de gastronomía o food truck. Camionetas con comida. Reluce la arena al sol. Andamos y más. Comemos tapas en el mesón cinco estrellas. Terraza cubierta. Paseamos por el camino al borde del Segura. Agua, juncos y palmeras. Avanzamos hasta los jardines del malecón. Pájaros, árboles y plantas. Cruzamos puentes que bailan sobre el río. Se sigue comiendo a las cuatro y media. Bares y terrazas llenos. No las hay en la plaza del Cristo de la Salud. Allí está la Iglesia Museo San Juan de Dios que alberga estos días parte del patrimonio de las “Anas”. Calor. Espera. En el Francisco Cascales, instituto de bachillerato, no hay clase esta tarde. Ventanas de madera, enormes, abiertas, pupitres verdes. Dice una placa que aquí nació Andrés Hibernón, 1534-1602. Murciano esclarecido, franciscano. En el museo hay mucho Salzillo, destacando una pequeña Dolorosa de la primera mitad del XVIII, de las Dominicas de Santa Ana. Suena el clavicordio en ensayo. Habrá concierto nocturno. En librería de antiguo rebusco para encontrar algo sobre el escultor. Nos quieren vender un misal. La necesidad puede con todo. La Plaza Mayor quizás albergue la fuente mas fea del mundo. Una especie de ensaladera gigante, desproporcionada, de color incierto y fuera de sitio. Sopla el aire y las palomas quieren algo que no tenemos. Son las seis de la tarde y la sobremesa se extiende en celebraciones infinitas. Espectacular San Nicolás de Bari, con Salzillos, una Dolorosa de Mena y obra de Alonso Cano. El Palacio Almadí presenta exposición. Obras de la colección de Julián Castilla. Le llaman Himalaya. Me quedo con una obra de Eduardo Úrculo. Pasear y seguir paseando. Mucha gente. Una antigua prisión provincial. El viento parece llevarse las notas de un violín cercano. En la Tasca El Palomo disfrutamos de una memorable cena. 38 años llevan haciendo su trabajo. Zarangollo y michirones, también patatas al ajo cabañil. Y de postre, el famoso paparajote, delicioso, acompañado de malta de anís y azúcar. Para repetir. La noche se hace y las calles se pueblan. Se vive en la calle. La sociedad musical Ceheguín acompaña a la virgen de Fátima en su peregrinar. A las diez, en marco incomparable, delante de la portada de la Catedral, comienza el concierto de Carmen Paris y Nabila. Luz y colores. Tres cuerdas y batería acompañan. Nabila es marroquí y canta en su idioma, incomprensible. No acabo de conectar. Paquito el chocolatero en versión especial termina la noche.

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