Los ciclistas se
juegan la vida literalmente cada fin de semana en las carreteras. Vías
estrechas y muchas de ellas sin arcén acogen a esforzados que en algunos casos
parecen olvidar la fragilidad del vehículo y fiarlo todo a un azar que en forma
de probabilidades reparte de todo menos fortunas. Los tramos que llevan a
Loeches y alrededores son una buena muestra. Es Loeches un lugar que reposa a
primera hora del domingo. Los feligreses acuden a misa a primera hora, las
diez, a la Iglesia del Monasterio de la Inmaculada Concepción, o Convento
Grande. Regentado por Dominicas y fundado por el Conde Duque de Olivares en
1640. Acaba la misa y entramos. La señora encargada nos abre las puertas del
panteón de la familia de Alba. Los antiguos Duques de Alba y familia descansan
en lo que parece otro Escorial. Sepulcros negros. La señora se lanza a hablar,
a ráfagas. Dice que parte de los restos de la última Duquesa están ahí, en la
urna más alta, sin nombre. El Conde Duque y esposa reposan en la pared. Un
bello sepulcro blanco ilumina la escena. Se trata de la sepultura de Francisca
de Montijo, hermana de la emperatriz Eugenia. El dinero no da la felicidad, nos
dice. Desgraciada vida, nos cuenta, de la que fue obligada a casarse con un
Duque de Alba no estando enamorada y que murió a la temprana edad de 35 años.
Uno de sus nietos murió en Paracuellos durante la contienda civil. Nos sigue
contando para decirnos que este es un convento fundado en venganza por el Conde
Duque ya que una noche, huyendo de la justicia, éste intento ser acogido en el
convento pequeño, a escasos metros, el de las Carmelitas Descalzas. Rechazado,
juró hacerles sombra y a fe que lo consiguió, por lo menos en tamaño. Más
historias como la del oro de España que estuvo aquí 24 horas y de la que ella
no ha podido encontrar ni siquiera unas migajas. Admiramos la pintura del
altar, moderna, siglo XX. Lo demás lo destruyó la guerra. Nuevos visitantes que
quieren pasar. Nuestra visita acaba. Rumbo a Nuevo Baztán. Es Juan de Goyeneche
(1656-1735) quién crea todo de la nada. Hoy se rehabilita a pasos agigantados
cuando hay dinero y se para cuando no lo hay. Dos horas de visita con
audiovisual de entrada, en la antigua bodega de palacio, rodeados de tinajas de
Colmenar de Oreja. Muy interesante. Navarro del Baztán, a los 15 años deja su
pueblo para estudiar en los jesuitas de Madrid. De ahí medra y se relaciona con
la Corona, primero con el último austria, apostando después por el primer
borbón. Siempre en temas de dinero y tesorería. De hecho su suministro de paños
para el ejército borbón en la guerra de sucesión valdrá su precio en oro en
forma de exenciones fiscales y prebendas para el monopolio en la fabricación de
artículos de lujo. Empresario seguidor del colbertismo, o partidario de evitar
tanta importación y producir localmente, que crea fábricas de alcohol, cera,
jabón, vidrio, sombreros, zapatos,…Decían de él que “todo entiende y a todo
atiende”. José de Churriguera traza el pueblo y proyecta sobre papel el
conjunto de fábricas, viviendas, palacio e Iglesia. Así se construye el primer
pueblo industrial de nueva planta. Se trae a los mejores artesanos y a mano de
obra barata. Incluidos los agotes, grupo social minoritario y marginado del
Baztán. La iglesia es pequeña y fría y la preside San Francisco Javier. De
hecho, hay Javierada cada año en este pueblo. Churriguera es el autor del
retablo también, en mármol. Hay cripta con tinajas e historias de cárcel en
palacio, con presos que construyeron el tren de Negrín o de los cuarenta días.
Paseamos por las cuadriculadas calles y vemos el olmo de trescientos años de
tronco inabarcable que se libró de las enfermedades del pasado. La plaza de
fiestas albergó muchas en el pasado. Cuadrada y hermosa, con balcones al
servicio de realeza y nobleza. Toros y más. Al otro lado de la verja, Podemos
sigue con sus mítines. Dentro del Palacio un patio. Arriba, lo que en su día
serían habitaciones, esperan hoy más dinero para ser rehabilitadas o un
inversor que quiera transformar todo el recinto en otra cosa. Nos enteramos que
la casa de Juan de Goyeneche en Madrid era la actual Academia de San Fernando.
El dinero llamaba al dinero. Siempre lo hizo. Unidos Podemos sigue hablando.
Hablan de justicia y dignidad, y trabajo. El tiempo hablará, nunca calla.
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