sábado, 16 de enero de 2016

salamanca-2

Veintinueve monjes dominicos habitan el convento de San Esteban. Pagamos la entrada en el pórtico y pasamos al claustro de grandes arcos y espejos colocados en el suelo para admirar la belleza del entorno. Dos pisos y ciprés solitario. Paseamos y encontramos el capítulo antiguo que alberga un audiovisual que habla de la labor de los orden de los predicadores. Allí está enterrado Francisco de Vitoria, impulsor de los derechos de los indios junto con Bartolomé de las Casas. El confesionario de Santa Teresa presenta un audiovisual. Allá donde nosotros escuchamos se sentaba su confesor. Subimos la escalera de Soto, costeada por el confesor de Carlos V. Al final, un relieve de la Magdalena parece asomarse al vacío. Desde el coro se observa a los desperdigados asistentes a la misa que no quieren ocupar los primeros bancos. Aprovechamos que finaliza ésta para visitar la Iglesia. Inaugurada en 1610, tiene forma de cruz latina. Retablo de José de Churriguera. Se suceden diversas capillas, allá donde confesaba la santa hay un calvario policromado de estilo gótico. Volvemos a subir la escalera. Queda visitar el museo, una sala dedicada a la vida y obra del fundador de la orden, Santo Domingo de Guzmán. La otra acoge arte. Resalta una talla de la Inmaculada, anterior a 1646, obra del grupo de Toro. Y sobre todo una Virgen con niño de Rubens, 1615, preciosa. Buen rato el pasado entre las historias del convento. Seguimos paseando y la casa de las conchas nos recibe con otro patio de doble altura. La iglesia de la Purísima celebra misa. Monumentales obras en el altar mayor y en los laterales. La visitaremos al día siguiente para admirar las obras de Ribera. Otra iglesia, esta reducida, la de Santa María de los Caballeros fue cedida en 2009 a los ortodoxos rumanos. Se hablan otras lenguas allá dentro. Suena la música. Es hora de comer algo. Subimos empinadas escaleras en el Mesón Cervantes de la Plaza Mayor. Tapa y cerveza. Buenas vistas. Otra tapa mas, esta vez de chanfaina. Hace frío y llueve. Hacemos tiempo para la visita a la catedral que es gratuita a partir de las tres de la tarde los domingos. Dulzaineros tocan y parejas bailan. Combaten el frío. El café la Platea cierra mañana por reformas. Hoy todavía atiende y desde su amplia cristalera se ve la vida pasar. Primero la catedral vieja, con murales que representan milagros atribuidos al Cristo de las Batallas. Audio guía extensa. Retablo semicircular, con 53 escenas pintadas, presididas por la Virgen de la Vega. En el ábside el jucio final. Tres hermanos florentinos, los Delli. Encima el cimborrio o Torre gallo. El claustro se destruyó en el terremoto de Lisboa. Restaurado y cerrado. Muchas capillas, todas con historia como la de Anaya que tiene el órgano mas antiguo de Europa o la de Santa Catalina que tiene un bonito relieve de la Adoración de los Reyes en piedra que merece una restauración. En la de Santa Barbara se pasaban los exámenes. En el centro el sepulcro del obispo Juan Lucero que acompaño a Alfonso XI en la reconquista. En la de San Salvador, fundada por Rodrigo Arias Maldonado está enterrado también su nieto, el comunero Maldonado. Conserva el pendón de la familia. Pasamos al gótico de la nueva, construida entre 1510 y el XVIII. En la capilla dorada un memento mori. La muerte se asoma con sudario y ataúd en un vano de la pared. El calvario, atribuido a Juan de Gante completa la escena. En la capilla del presidente destaca el entierro de Cristo, obra atribuida a Navarrete el mudo y copia de Tiziano. Cerca de la reja asoma una Virgen de Belén atribuida a la Roldana. Inconfundible la Virgen con niño y Juanito, de Morales. Y mas belleza en la Piedad de Carmona. El Cristo de las Batallas es de madera y dicen que lo portaba el obispo Jerónimo allí enterrado acompañando al Cid. Vamos acabando capillas, una Soledad de Benlliure, una talla de San Jerónimo de Gaspar Becerra o el Cristo imberbe de la Agonía, anónimo, completan una visita grata que va dejando los pies helados.

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