sábado, 9 de enero de 2016

mas sobre san miguel

San Miguel es sinónimo de altura. Allá desde la plaza parece tocar el cielo su torre. Sinónimo de muñeco Celedón bajado del cielo, también de celebraciones deportivas. De patrona o Virgen Blanca, de hornacina anti vándalos y repleta de flores. Pero sobre todo es sinónimo de misas de antaño, pesadas, grises, y aperitivo a la salida. Misas donde sólo parece haber mayores. Y cada vez mas. Misas donde huele diferente, algún día descubriré a qué. Donde hay maderas que crujen. Donde cantan algunos mayores acompañados de órgano, donde el sacerdote parece querer dormir también. Donde la homilía no se entiende o no llega. Donde no se ve lo que está delante. Y es que no descubrir el retablo aún iluminado puede parecer pecado. Me pasó, años pasaron hasta que lo vi. Tienen ojos y no ven. Y es obra maestra, y cabe en una iglesia que se empieza a construir a finales del XIV. Fue Gregorio Fernández el elegido. Se firma el contrato en 1624. Tres años de trabajo previsto se convierten en ocho. En 1632 se trae en carretas desde Valladolid y ya en su ubicación se procede al montaje y policromía definitiva. Trabajo en equipo, mas personas involucradas. La historia sólo se suele acordar del maestro. A destacar la Inmaculada y el inmenso San Rafael que preside. Apóstoles, santos, escenas y virtudes llenan el resto. A la salida se bajan unas escaleras, ya estamos bajo el pórtico, protegidos. Llega la luz de la plaza, su grado dependerá de si ha salido el sol. Se bajan escaleras empinadas o se pasea bajo los arquillos. Formas de llegar o de irse. Cuesta imaginar al escultor, vecino por un tiempo de una ciudad desconocida, caminar entre sombras.

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