miércoles, 6 de enero de 2016

un año mas



La creencia como inspiración. La fe mueve gargantas y almas. Salmos cantados y letras de alabanza. Túnicas y movimiento. Palmas que se juntan y palmas que se elevan al cielo. Coro Gospel de Madrid. Creer para cantar. No parece fácil lo contrario. No es obligatorio pero si recomendado el esperar algo para poder seguir la letra. Artistas solistas, venidos de lejos, acompañando a los de aquí. Casi dos horas de plegaria. Buen espectáculo. Es doce de diciembre, asomando las navidades. Siempre llegan. Y pasan, hasta hoy, seis de enero, tarde, los reyes se fueron, siempre pasa lo mismo. Entre medias mas música, villancicos en iglesia oscura, casi triste. Los de siempre. Los del portal y zambomba. Cantados por la Coral de Alcobendas. Público adulto, mucho. Que azulan lo blanco de una piel que rodea unos ojos, que blanquean cabellos, sin voluntad de hacerlo. Que escuchan con gafas que oscurecen un sentido, vital. Que aplauden. La audición es corta. Busca, la Coral, gente joven, no han ido a buen puerto a buscar. Necesitan navegar otras aguas. La parroquia se llama de San Agustín. Es breve la misa también. De poca voz el sacerdote. Mustio. Dicen que la flor de Pascua lo hará pronto, se volverá gris. Dicen que siempre existió, no para mí. No la recuerdo. ¿Será verdad que se puede vivir ajeno a representaciones como esa? Flores no vistas, comidas, cenas. El ajetreo de siempre. Ilustrísima, un salón del dibujo y la ilustración. Jovenes y no tanto exponen y venden. Su creación, nacida de sentidos y manos. Diferentes, artistas. Es el Museo ABC, en calle Amaniel, estrecha y oscura. Navidades con poca luz, para correr como un niño, tocando las manos de otros, o de la señora en silla de ruedas que parece dejar su mano fija. Cuesta abajo y cuesta arriba, miles de anaranjados por calles que aplauden y vitorean. El niño que no quiere salir aparece por un momento. En movimiento, feliz, luego se vuelve a esconder. La vida no tiene piedad de la infancia. Se acaba el año viejo. Año nuevo de paseo bajo la lluvia, con paraguas entre medias. La vida sin agua no es vida. Las luces dejan ver las miles de pequeñas gotas. Maravilloso espectáculo en la soledad de un pueblo, lo llaman ciudad, que nunca saldrá de su infinito letargo. La vida esquivó Alcobendas. Recluyó a tantos en sus casas que parece postal de cuento de invierno, triste. Y así hasta ahora. Los tres reyes, los magos, siguieron estrella y esta desapareció y ellos volvieron a marcharse, pero volverán, no hay mas. Volveremos a ver niños gritar, por un día, inocentes, mirando barbas inmensas, la negrura de unos ojos, o las luces de una carroza, mágica. Es de noche, ya.

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