domingo, 26 de julio de 2015

justicia



Piden verdad, justicia y responsabilidades políticas. Han pasado dos años. Son los familiares de las víctimas del accidente del tren que buscaba Santiago la víspera de la fiesta. Dos años pidiendo algo es mucho tiempo. Y mientras, se nos va la vida en el respeto a las instituciones. Se ha puesto de moda, respetar los bustos, los cuadros o una misa mas o menos. El respeto a las personas se olvida. Y cada día que pasa mas se olvidan. Y eso es un ejemplo de la marca España, de como se pueden hacer las cosas mal, de ese país que se quiebra, en el que nadie cree, que se rompe por egoísmo e ineptos. Por sinverguenzas y corruptos. Sin intereses comunes, aparentes. Salvese el que pueda. Yo me salvo andando, con música en auriculares que transmiten sensaciones y ponen música a un paisaje urbano caliente al sol. Música para una foto lejana que parece bautizo en pórtico de iglesia. Música para coches que molestan o a perros que ladran a mi paso o a caras que se esconden en paseo de tarde desde esa residencia. O para padre e hijo pequeño que no saben qué hacer juntos, aburridos. O para una suciedad manifiesta. Pero sobre todo, música para la soledad de los pocos que pasean. Los que se sientan, esperando a nadie, o los que no saben donde ir, pero van. El sin sentido, quizás, de la vida, musicalizado. Es mas llevadero. Es diferente, trastoca los sentidos y los aleja de la falacia y del absurdo, aunque la soledad de la tarde me recuerde la de aquellos que piden algo, esperando que la mezquindad de la política se evapore, con rabia en los ojos. Que no se olviden los que mandan de a quién tienen que servir.

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