jueves, 4 de junio de 2015

iglesias en lisboa



No es por falta de iglesias. Lisboa las tiene de todas clases y devociones. La del Santísimo Sacramento está llena en misa. Se canta y se lee con voz bonita. Lienzos a los lados. La del Carmen no está restaurada. Es museo, se ven los efectos del terremoto. Parece imposible que los arcos sigan en pie. Hoy es museo, que visitaremos otro día. Desde el mirador de Santa Justa se aprecia lo que pudo ser la iglesia y lo que es Lisboa desde arriba. Vistas hermosas, de tejados y colores. También la de los Mártires merece una visita. Una puerta abierta es una invitación, al recogimiento y a sentarse, a contemplar y a ver, a pensar o no. A ver pinturas laterales y techos al fresco. Exuberante y rotunda. La mayoría exhiben una única nave y abundante decoración en techo y laterales. Como San Roque con techo de madera que es un inmenso lienzo. Ampulosa. La de San Pedro de Alcántara, perteneciente a convento, se llena de azulejos blanquiazules y los confesionarios se empotran en la pared. Pasando por la de la Magdalena veremos el cuerpo semi incorrupto de San Fulgencio Mártir, procedente de las catacumbas romanas. El escorzo es pensativo, viste ricos ropajes y me recuerda a la estampa del doncel de Sigüenza. En esa misma parroquia se exhibe una exposición de pregunta sin respuesta: ¿Quién es el hombre del sudario? Si hay un lugar de peregrinación en la ciudad es San Antonio, allá nació el fraile franciscano que luego fallecería en Padua. Muchos visitantes para ver o rezar en el espacio donde vino al mundo. La Catedral cambia de planta y la presenta en forma de cruz. Hermosa por fuera y sencilla por dentro, poco ornamentada. Hay poca luz a pesar de los rosetones. Me gusta una Piedad esculpida en el XVIII. De la mas grande a una capilla pequeña, la de Nuestra Señora de la Salud, acogedora. La imagen preside el altar. Suena Fado dentro. Se nubla de repente. Hay otros templos que impactan por otra razón. Visualmente el contraste es enorme en Santo Domingo. Pareciera que una guerra ha terminado ayer. Las columnas grises y rotas, horadadas. Todo a medio destruir. El techo restaurado, de color oscuro. Las piedras grises. El contraste es único. No existen bancos corridos, sólo sillas individuales, pequeñas. Amplia, enorme, de una nave. Pocas imágenes. La luz entra por detrás en un lugar que parece desolado y hermoso. Sigue abierta al culto tras el incendio del trece de agosto de 1959. En la Concepción la única nave es blanca, poco decorada, sin capillas, humilde. El altar lo ocupa un conjunto de siete pinturas, con un calvario central de virgen arrodillada y la palabra Alegría como lema en múltiples posters. En el barrio de la Estrella aparece la basílica del mismo nombre. Dos torres y cúpula inalcanzable y planta en cruz. Pilares enormes y figuras en lo alto. Música que calma el espíritu. Visitantes. La virgen de Fátima omnipresente. A su vera el jardín de la estrella, verde y verde. No podemos visitar el cementerio de los ingleses. Se cerró hace un rato. En la pared al lado de la puerta aparece un mensaje: da flores a los vivos. Pero se las llevan los muertos que no ven.
En San Vicente el órgano es el retablo de altar. Sol, nubes y viento ese día. En la puerta se vende mojito y caipirinha.
Cuesta arriba, las escandinhas de San Amaro llevan a la ermita del mismo nombre. Planta circular. Presiden el santo y Fátima. Difícil de encontrarla abierta tenemos la fortuna de hacerlo, en el mes de la Virgen, es Mayo. La vista del puente es de postal. Estudiantes alrededor, cuatro. Paz. Habrá rosario mas tarde. De 1549. El atrio es todo azulejos, semicircular. Una señora reza, no existen los turistas en este lado del mundo. Pies y brazos de plástico que se ofrecen al santo. Mas paz, y descanso en el atrio, sentados.
Mas iglesias como la de Santa Filomena, donde una señora vende pulseras de hilo con tres nudos.
Nuestra Señora de la Quietud ofrece eso y paz debajo del puente e historias en azulejos. De todos los colores y con todas las historias que en el mundo han sido.

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