
Once de abril. Madrugar, oscuridad, sin tráfico. Barajas, ciudad que
bulle, colas y maletas. Diversidad. Volar para viajar. Viajar para volar. Buscar
nuevos mundos o seguir en los conocidos. Infinitas maletas y móviles, idiomas
que se multiplican. Mas colas y mas bolsos. El pasillo está frío, el que baja
al avión. El relente de la mañana. Se estrechan los asientos, se llenan los
compartimentos superiores. Se despega y se ven las nubes. La gente duerme
sentada, incluso de pie. Algo de cielo y brumas. Sueños aéreos. Mensajes de
sobrecargos y pilotos. Todo lo que no sirve de experiencia es inútil para el
humano. ¿Y si todo lo fuera? Bagaje. Spanish omelette, le llaman. Quema la
tapa, templada lo que llaman tortilla, crema verde al lado. Desayuno a pies de
altura. Los pirineos, dicen, abajo. Sucedáneos de comida en el aire. Miradas al
frente, sin parpadeos. Sueños que ni el aterrizaje despierta. Algunos dormirán
hasta muertos. Aeropuerto con nombre de salchicha, inmenso, pasillos, gente,
vuelos que conectan, escaleras al suelo, la inmensidad de los aviones vista desde
abajo, el olor indefinido. Cámaras que nos vigilan, nos graban y visionan. Nuestros
gestos, miradas y voces sin sonido. ¿Es esto una experiencia? La seguridad que
todo lo inunda. Bienvenida, el sol tibio, tímido. Escala para despegar de
nuevo, retraso escaso tras preguntas. Quién hizo el equipaje, mas sobre aparatos,
armas, de todo. Donde va, a qué, para qué. Su dirección de destino. Inmigrantes,
turistas, si no vas a algún sitio no tienes derecho a entrar. Es igual en todos
sitios. Sólo hay un lugar donde no preguntan nada. Nubes, sobre un monstruo de
cuatro motores. Y el ruido, incesante, que no desaparecerá hasta alejarse del
alado metálico. Y la tele sin voz, ya no reparten auriculares, eran otros
tiempos. Voces mudas, ininteligibles. Y las azafatas, ya mayores. Vestidas de
azul. Los colores de la UA. Y la ausencia de ronquidos. Nadie parece roncar en
un avión. Será el miedo. No es posible. Comida a bordo. Pollo. Sorprende la
variedad de aceites del postre dulce, cacahuete, girasol, palma y colza. Sopor después,
escarceos con el sueño. Despierto sin estar dormido, sobresaltados. Falta una
referencia de suelo. Miedo a quedar dormido. Pasan las horas y el capitán no
habla. Espero esté vivo. No habla nadie o no se oyen las voces. Aburrimiento,
ausencia de reloj. Uno cercano, de manijas de siempre, que atisbo. Un mundo por
delante, ya queda menos, rumbo al nuevo mundo. Mas comida y finalmente nos
posamos. Las esperas, pasaportes. Gente que espera a niños que regresan. Yo también
espero a mi colega. Gritos de bienvenida de madres y padres, globos de colores.
San Francisco en la lejanía. Coche de alquiler y rumbo a Palo Alto. Mil carriles
en la carretera. Coches de policía de película camino de un supermercado. La fruta
californiana a precio de oro. Lo orgánico. Es sábado, se va a cerrar. Palmeras exuberantes.
Es tiempo de estabilizarse en tierra.
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