viernes, 1 de mayo de 2015

viaje



Once de abril. Madrugar, oscuridad, sin tráfico. Barajas, ciudad que bulle, colas y maletas. Diversidad. Volar para viajar. Viajar para volar. Buscar nuevos mundos o seguir en los conocidos. Infinitas maletas y móviles, idiomas que se multiplican. Mas colas y mas bolsos. El pasillo está frío, el que baja al avión. El relente de la mañana. Se estrechan los asientos, se llenan los compartimentos superiores. Se despega y se ven las nubes. La gente duerme sentada, incluso de pie. Algo de cielo y brumas. Sueños aéreos. Mensajes de sobrecargos y pilotos. Todo lo que no sirve de experiencia es inútil para el humano. ¿Y si todo lo fuera? Bagaje. Spanish omelette, le llaman. Quema la tapa, templada lo que llaman tortilla, crema verde al lado. Desayuno a pies de altura. Los pirineos, dicen, abajo. Sucedáneos de comida en el aire. Miradas al frente, sin parpadeos. Sueños que ni el aterrizaje despierta. Algunos dormirán hasta muertos. Aeropuerto con nombre de salchicha, inmenso, pasillos, gente, vuelos que conectan, escaleras al suelo, la inmensidad de los aviones vista desde abajo, el olor indefinido. Cámaras que nos vigilan, nos graban y visionan. Nuestros gestos, miradas y voces sin sonido. ¿Es esto una experiencia? La seguridad que todo lo inunda. Bienvenida, el sol tibio, tímido. Escala para despegar de nuevo, retraso escaso tras preguntas. Quién hizo el equipaje, mas sobre aparatos, armas, de todo. Donde va, a qué, para qué. Su dirección de destino. Inmigrantes, turistas, si no vas a algún sitio no tienes derecho a entrar. Es igual en todos sitios. Sólo hay un lugar donde no preguntan nada. Nubes, sobre un monstruo de cuatro motores. Y el ruido, incesante, que no desaparecerá hasta alejarse del alado metálico. Y la tele sin voz, ya no reparten auriculares, eran otros tiempos. Voces mudas, ininteligibles. Y las azafatas, ya mayores. Vestidas de azul. Los colores de la UA. Y la ausencia de ronquidos. Nadie parece roncar en un avión. Será el miedo. No es posible. Comida a bordo. Pollo. Sorprende la variedad de aceites del postre dulce, cacahuete, girasol, palma y colza. Sopor después, escarceos con el sueño. Despierto sin estar dormido, sobresaltados. Falta una referencia de suelo. Miedo a quedar dormido. Pasan las horas y el capitán no habla. Espero esté vivo. No habla nadie o no se oyen las voces. Aburrimiento, ausencia de reloj. Uno cercano, de manijas de siempre, que atisbo. Un mundo por delante, ya queda menos, rumbo al nuevo mundo. Mas comida y finalmente nos posamos. Las esperas, pasaportes. Gente que espera a niños que regresan. Yo también espero a mi colega. Gritos de bienvenida de madres y padres, globos de colores. San Francisco en la lejanía. Coche de alquiler y rumbo a Palo Alto. Mil carriles en la carretera. Coches de policía de película camino de un supermercado. La fruta californiana a precio de oro. Lo orgánico. Es sábado, se va a cerrar. Palmeras exuberantes. Es tiempo de estabilizarse en tierra.

No hay comentarios: