Las circunstancias de lectura mandan a
veces. Busco la pequeña dosis, a cuentagotas. Un hospital no es el mejor lugar
para disfrutar de la lectura. La nebulosa en que se viven ciertos
acontecimientos no es el mejor escenario. Insisto, voluntad. Después a casa, en
cuidados y calor de hogar. Nunca mejor dicho. Los pequeños sorbos vienen en
forma de poemas, también pequeños; les llamó canciones, también suites. Formas de
ver el mundo, de otra manera, diferente. Canto a la luna, luceros, estrellas, ríos, nubes y soles, y personajes que vienen y van.
Poesía que a veces cautiva. Que marco con dobleces para volver a ella algún
día. Glorieta suena a redondo, también a título corto. Hoy llena de coches, en
el pasado no. También a amaneceres. Una muestra:
Sobre el surtidor inmóvil
duerme un gran pájaro muerto.
Los dos amantes se besan
entre fríos cristales de sueño.
“La sortija, ¡dame la sortija!”
“No sé donde están mis dedos.”
“¿No me abrazas?” “Me dejé los brazos
cruzados y fríos en el lecho.”
Entre las hojas se arrastraba
un rayo de luna viejo.
Primeras canciones. Suites. Federico
García Lorca
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