El título lo dice todo. Las heridas cicatrizan. Las del alma no hay
formas de cerrarlas. Sólo lo parece. El autor pasó 10 años de sus 28 luchando
contra una tuberculósis ósea. Busco en google y encuentro una foto de él con su
madre. Él semi tumbado en un carro, sonrientes, con su madre, al borde del mar.
Se trata de Berck, en Francia. Sanatorio al borde de las olas, donde el
protagonista de la novela, el propio autor, sitúa la acción. Enclaustrado en
yeso que le cubre el tronco. Liberado luego. Rodeado de muchos como él.
Prisioneros en vida. Persiguiendo hacer una vida normal, que nunca será tal. Al
final quiere escapar de la ciudad. Dice que “se ha acumulado aquí toda la
melancolía del mundo”. Otras fotos le presentan ya demacrado, ojos hundidos,
rostro sereno. Cerca del final. Imprescindible.
Corazones cicatrizados. Max Blecher. 1937
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