Disfruto sobremanera con la lectura de Juan Belmonte, matador de
toros. Quizás alguien piense que el mundo taurino está de vuelta, y puede que
sí, el tiempo lo dirá, pero lo que no está de vuelta es la buena literatura y
la historia contada y narrada de forma ágil, amena y brillante. No era el
escritor, Manuel Chaves Nogales, aficionado a los toros, pero sabía narrar como
pocos y logra una biografía antológica en base a las conversaciones que tuvo
con el torero sevillano. En la plaza de las Ventas asisto a una exposición que
recuerda la corrida del dos de mayo de 1914 en Madrid, con Joselito acompañando
a Belmonte. Veo torear al maestro en imágenes de antaño, de esas donde la
velocidad no es real, donde no se aprecian los tiempos del toreo. La épica de
aquellos años reflejada en el texto, la humildad, la miseria, la lucha, los
tiempos felices, los otros tiempos. Juan Belmonte se suicidó a edad avanzada,
para entonces Chaves Nogales ya había muerto, enfermo, joven. Dos personas que
a fuego lento dieron vida a uno de los libros al que yo calificaría de obligada
lectura.
Juan Belmonte, matador de toros. Manuel Chaves Nogales. 1935
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