Que leyendo se aprende es un hecho, me
entero que por caprichos de calendarios las navidades antes no se celebraban en
las fechas que conocemos. Tanto que la nochebuena era el cinco de Enero y
Navidad el seis de Enero. Parece que los cristianos ortodoxos todavía siguen
con ese calendario, que unos llamaran antiguo y otros nuevo. El día no vale si
no hay mas, el día no aporta nada, nada mágico ni especial si no hay ser humano
que aporte lo importante. Los días son vulgares espacios de tiempo donde puede
o puede no suceder nada, siempre dependiendo del usuario de esos días. Aprendo también
que existe un instrumento de cuerda llamado dulcimer o dulcémele (melodía
dulce), el que tocaba Jean Ritchie, cuya historia cautiva. Aprendo también que
la música mueve pasiones, y que Bob Dylan decía hace ahora 51 años que algo
tenía que pasar, “una explosión de alguna clase”, algo que combata las
mentiras, que se soportaban entonces y que siguen a nuestro alrededor. Parece que
no aprendemos. En el fondo, es solo un deseo humano, el de revolucionar nuestro
alrededor, el cual se diluye precisamente en ese tormenta que esperaba Dylan. La
música contada por sus protagonistas, artistas, compositores, empresarios, de
otra forma, dirigidos por la batuta de Studs Terkel.
And they all sang. Studs Terkel. 2005
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