sábado, 7 de diciembre de 2013

35 años después



Seis de Diciembre, la constitución cumple 35 años, se reúnen los de siempre, habrán puesto su mejor cara, las malas noticias pueden esperar. La pérdida de confianza y el hastío de los de este lado no parece hacer mella en su inquebrantable lealtad a la patria. Hipocresía y falsedad sobrevuelan la falta de ideas y de honradez, y la poca dignidad de algunos que se resisten a alejarse de los focos. Les ciega el poder. Muere Mandela, tampoco le faltarán detractores. Parece que crea consenso de respeto. Aureola de grande. Su país sigue anclado en la desigualdad. Hace frío en Madrid, de mañana de sol de invierno. Caminamos todavía entre no mucha gente hacia el Palacio Real. Hay cola para acceder. Vemos la exposición “De El Bosco a Tiziano”. Pocas obras de pintura en una muestra que deja un poco frío. Los personajes caricaturescos de El Bosco destacan. Caras de otro mundo, exageradas y apartadas del realismo, acompañan al Cristo coronado de espinas. A la salida la cola alcanza ya dimensiones importantes. Volvemos al centro y paramos en Casa Revuelta, tajada de bacalao rebozado, bien hecha. Compite y gana a Casa Labra. Tentempié para seguir hasta los Gatos, en la calle de Jesús. Establecimiento recargado en su decoración exagerada, con temas taurinos y religiosos, todo mezclado con cachivaches y objetos viejos. La barra se llena de pinchos y todavía no es agobiante y se puede estar. En la misma calle está la iglesia del Cristo de Medinaceli, la cola abarca casi una manzana, aguardarán tiempo para subir al camarín del Cristo. Bajamos al CaixaForum. También espera, breve. No pagan los clientes de la Caixa. Para el resto precio excesivo. La obra social hace aguas. Quizás se gastaron el dinero en el edificio, moderno, y en los baños, de verde que daña la vista. Exposición de Japonismo, o la fascinación por el arte japonés. Bonito cuadro de Alfred Stevens, La parisina japonesa delante del espejo, de 1872. El que parece el objeto mas preciado de la exposición, reflejado en el anuncio, resulta ser una fotografía, de tamaño pequeño, más que el folleto. Chica bajo fuerte tormenta. Una pena, la imagen es preciosa y merecería haber sido un gran lienzo. El centro de Madrid se va inundado de gente en busca de asiento para comer. Lo conseguimos en La Cristiana, pequeño local. Comemos sobre tronco de roble de 43 años. Las albóndigas aromatizadas con especias se dejan comer y bien. Las croquetas, grandes pero faltas de sabor. Las esperas se suceden en los locales de la zona y el museo del jamón exhibe gran cola para acceder al comedor. Es el día de la espera. Seguimos caminando de aquí para allá y hacemos reposo en Lolina, Malasaña, la tarta de zanahoria es excelente y abundante. Las calles se van masificando y el último acto por Preciados y Sol se convierte en un mar de cabezas y de pies que no andan. La estación parece un escenario de extras huyendo de algo. Hasta el frío ha desaparecido. Nosotros también huimos y hacemos escala en la Autónoma donde regresa el frescor de la noche, ya oscura.

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