sábado, 30 de noviembre de 2013

escorial



Hace frío en San Lorenzo de El Escorial. Incluso dentro del monasterio. Nos lleva mas de tres horas el pasear y mirar. Recios muros que no impiden que en determinadas zonas se filtre el aire frío y el viento. Aun así la visita es un placer, acompañados de audio guía recorremos salones con tapices, con pinturas y retablos, habitaciones reales, allá donde murió Felipe II,  el panteón de reyes, la mayor parte de la realeza de los Austrias y Borbones está ahí, mas hijos y allegados en las cámaras adyacentes, galería con pintura mural y la impresionante basílica para rematar. Y pintura por doquier en todas las estancias lo que lo convierte en la segunda pinacoteca de España. No es mi primera visita, guardo el recuerdo del panteón y de poco más. No tengo la impresión de haber pasado por ciertas zonas. Vuelvo al arte. Magnífico el Descendimiento de Michel Coxcie (1499-1592), dicen que uno de los artistas favoritos de Felipe II, copia del de Van der Weyden (El Prado). Un pintor desconocido para mí, el italiano Stanzione (1586-1956) y una Dolorosa serena. De Jose de Ribera aparece un excelente Entierro de Cristo. Para finalizar la muestra de pintura encuentro otro autor poco conocido, Giovanni Battista Salvi da Sassoferrato (1609-1685). Una obra suya, pequeña, esquinada, ilumina la estancia. Es una Dolorosa de belleza y expresión singular. Y acabamos con la escultura, en la basílica, en capilla, tras cristal protector, aparece la blanca talla del Cristo crucificado de Cellini (1500-1571), mármol de Carrara, imponente la imagen y el entorno iluminado. Sólo la contemplación de esa pieza compensa el viaje. Comemos en El Caserío, muy cerca del monasterio. El local es estrecho, las escaleras de acceso al comedor empinadas, las mesas de antaño, la decoración con estampas vascas. El menú del día, económico, no desentona, abundante y rico. A la salida el frío arrecia y el monasterio impone en su silueta de gigante de piedra varado al resguardo de la montaña.

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