sábado, 16 de noviembre de 2013

noviembre

La noche empieza al empezar el día. La oscuridad se apropia llegada la mañana y el cielo permanece inalcanzable y lejano, sobre un mar de nubes. Típico día de otoño en Vitoria donde el paraguas acompaña y donde la lluvia fina moja de verdad, persistente aunque no lo parezca. Dicen que las células del cuerpo se renuevan cada tantos años, una media de diez. No es cierto del todo. Se renuevan unas, no todas, si fuera así, no mantendríamos los recuerdos, olvidaríamos todo cada cierto tiempo. Pero no, no se olvida, y esas partes que se renuevan lo hacen para no morir antes, pero parece que las neuronas están condenadas a reducir su número o las células del corazón no se dotaron de la capacidad de no envejecer con los años. Y qué decir del alma, ¿envejece?, quizás se entreteje alrededor de órganos desconocidos, estará por ahí por la cabeza, dando vueltas, consciente de día, inconsciente de noche, soñadora al fallar la luz. Por eso la casi noche perpetua de Vitoria en Noviembre hace soñar o recordar más, ahí, donde no llega nadie más que uno mismo, donde se anclan flashes y apuntes que hablan de un tiempo pasado, inalcanzable.

No hay comentarios: