martes, 22 de octubre de 2013

sin título


Mastercard patrocina la apertura gratuita de la colección permanente del Thyssen los lunes, de 12 a 16 horas. Rápida visita y cuatro obras para el recuerdo. La partida de naipes, de Balthus. La piedad de José de Ribera. El Cristo resucitado de Bramantino, y por último la Virgen y el niño con Santa Rosa de Murillo. Hay un último cuadro que me guardo para mí, aunque es más video que cuadro, una especie de road movie. Es real, imperiosamente real. Tiene algo de visitación o de huída hacia ningún sitio, y mucho de azar. Es más vida que lienzo, la de verdad, la de la calle, la imposible de plasmar y casi de contar. Una de esas pequeñas cosas que hacen que lloremos cuando nadie nos ve (gracias Serrat).  Contiene nombres femeninos y sufrimiento, y rasgos de vida pérdida, apuntes de desorden, locura le llaman otros, retazos de olvidos y de una persona que alumbra otra, aparentemente sin sentido, y digo aparentemente  porque no seré yo quien juzgue las vidas, siempre ajenas, siempre instantáneas, pinceladas de una historia inacabada, tan verídica como el milagro de la vida, que se producirá, y una serán dos, y ante esa realidad sólo me queda desear suerte y callar.

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