sábado, 12 de octubre de 2013

medina del campo-2




Abandonamos la Plaza Mayor de la hispanidad tras la comida. Plaza porticada, extensa y rectangular, donde sólo las farolas deslucen en forma de tubos grises de ciencia ficción. Se pierde a veces el sentido de la estética o del gusto. Y como cualquier ciudad o pueblo de provincias se cierra al mediodía, los bachilleres abandonan su centro de estudios y el lugar alcanza esa calma de verano extensible a cualquier época. Ya llegará el horario comercial a despejar las mentes. Son momentos de recogimiento y hasta de sueño. El Zapardiel hace de frontera entre el centro de Medina y nuestro hotel. En su día era río constante. Hoy es un cauce seco y bien cementado que recoge agua cuando llueve de verdad. Se volvió intermitente. Es triste un río sin agua y quita algo de verdad a los puentes que lo atraviesan. Tras el descanso visitamos el Palacio Real Testamentario o lo que queda de aquel edificio. Allí murió la reina Isabel y hoy es un centro de interpretación que alberga algún documental, paneles explicativos y la copia del testamento y codicilio, pero poco más. La visita deja un poco frío al visitante. De ahí seguimos al centro de interpretación Huellas de Pasión que es parte del centro cultural San Vicente Ferrer. Se explica la Semana Santa de Medina con su historia y tradiciones. Dicen que fue el santo en 1411 el que constituye la primera procesión de disciplina en el pueblo, origen de las procesiones posteriores. La visita es guiada y se agradece. Preside la entrada una escultura moderna de Cristo en brazos de la muerte, que fue polémica en su día por presentar la imagen de Cristo desnudo. Esta visita se completa en el edificio adyacente de la Ermita del Amparo que alberga un gran cuadro que copia la escultura del Cristo de Burgos que se encuentra en la capital castellana. Es hora de culto y por eso todavía nos queda algún rato para visitar otros templos como la Iglesia de Santiago. Unas veinte personas rezan el rosario ante un hermoso retablo de tres cuerpos coronado por un calvario que a las 19 y 15 de la tarde recibe la luz de forma indirecta. En los laterales destaca un hermoso retablo de pinturas, llamado de San Martín. Hay también varias obras atribuidas al escultor jesuita vitoriano del siglo XVI Domingo Beltrán de Otazu, y destaca una Virgen de la expectación (embarazada), talla policromada de finales del XIV. A la salida de la iglesia del convento de los Padres Carmelitas compramos la primera lotería de Navidad. La vende el que se identifica a sí mismo como guarda, andaluz con sombrero que tiene ganas de hablar de sus problemas. Para finalizar queda tiempo para otro templo, el de San Miguel, que contiene un hermoso retablo de cuatro cuerpos con una intensa policromía de rojos y verdes, obra de Leonardo de Carrión (allá sobre 1567). En una capilla se puede apreciar un moderno paso, de 1952, obra de Francisco Gonzalez Macías, que representa el descendimiento. Y para finalizar me quedo con la maravilla del retablo del Cristo de San Bartolomé, retablo pequeño, en una capilla lateral, de estilo salomónico, XVII-XVIII, con multitud de espejos y que alberga en su centro la talla en papelón del crucificado, del siglo XIII, talla de gran expresividad con pelo natural. Ya cae la tarde y el pueblo se llena de niños y paseos. Cenamos al aire libre, de nuevo en la plaza, la temperatura es ideal y la gente no parece tener prisa. Por cierto, el Norte de Castilla cumple 60.000 números. Fundado en 1854 celebra efemérides en el día de hoy, compro el ejemplar y la historia del papel impreso parece disolverse en los tiempos que corren, de virtualidades y pantallas.

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