Después de la visita al museo
descansamos a la sombra de la plaza del mismo nombre. Edificio adyacente es la
capilla del museo. Pequeño habitáculo, sombrío y recogido, del siglo XVII,
invita al silencio y al recogimiento. Volvemos a cruzar el río para comer en
Triana y topamos con la Iglesia del Cachorro, centro de una hermandad
importante en la Semana Santa y casa de dos imágenes significativas, la del
Cristo de los cachorros y la bella Nuestra Señora del Patrocinio. Enfrente de
la Iglesia de Nuestra Señora de la O encontramos la tienda Don Cecilio,
especializada en coleccionismo en general, inmenso bazar de vinilos, comics,
revistas, libros, todo de segunda mano, con mucho que ordenar, pero con mucho
que ver. Compro un libro y buscamos la comida. La encontramos en la taberna Sol
y Sombra, de ambiente taurino. Las paredes se llenan de carteles y recuerdos de
corridas de antaño. Pedimos el solomillo con ajo, nos dicen que es la
especialidad, y merece la pena. No existen las servilletas, no existe el aire
acondicionado, en su lugar, rollos de papel higiénico y ventiladores. El tiempo
se detiene una vez más, a la sombra. Tomamos café después en el Mercado de
Triana, en uno de esos cafés decorados al estilo vintage que tanto proliferan
últimamente. En las paredes una exposición fotográfica sencilla pero
encantadora, la historia de una vida contada en instantáneas donde los
protagonistas son los muñecos de playmobil. Ya al otro lado visita al coso de
la Maestranza, somos los únicos nativos del grupo que alberga diversas nacionalidades
y expresiones de sorpresa ante los comentarios de la guía. El color del albero
es el color de muchas de las casas, ese color penetrante que al sol contrasta
con los rojos y blancos de las gradas. 12000 personas caben allí dentro, nos
cuentan. El museo muestra historia del toreo, alguna escultura de Benlliure, un
cuadro sobrecogedor de la cogida mortal del matador Pepe-Illo cuyos ojos perciben
ya el final. Cabezas de madera con rostros humanos que servían de práctica para
lancear a caballo, estoques, capotes y demás, todo hasta llegar a la capilla
donde rezan los toreros antes del paseíllo. La visita es agradable y llena de
colores vivos y calor. Volvemos a nuestra zona favorita a cenar, pero elegimos
esta vez un sitio llamado La fábrica, con tapas de diseño, donde la ensalada de
chipirones con salsa de romero es magnífica. Un poco de música en directo y a
dormir.
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