
domingo, 14 de julio de 2013
sevilla - la caridad

sábado, 13 de julio de 2013
talese y floyd
Dicen que instauró un nuevo estilo. No puedo decir que si o que no.
Sólo que me ha gustado la recopilación de artículos. Genial sus Orígenes de un
escritor de no ficción, magnifico retrato de sus comienzos profesionales. 81
años contemplan al periodista norteamericano. Elijo un artículo, y hoy lo
vuelvo a leer. Se titula El perdedor y narra un momento en el tiempo en la vida
del boxeador Floyd Patterson. Magnifica la forma y excepcional el fondo. Toda
historia tiene que tener algo y esta la tiene y Talese le saca más. Sólo por
esas dos piezas ha merecido la pena. Buscaré otros libros de él, historias de
personajes reales, con vidas que superan cualquier ficción.
Retratos y encuentros. Gay Talese. 2010
allá lejos
Libro
de recuerdos y memorias, escrito al final de una vida. Lo primero que hace el
autor es advertir sobre lo que significa recordar desde tan lejos. No hay orden
en los recuerdos…dice. Pero da igual y es que el resultado es delicioso. El
autor, británico, nació en la Argentina y de allí son esos recuerdos, de gentes
y naturaleza, de familia y aves, una de sus pasiones. De vivencias y de dolor,
de descubrimiento y de alegría, de extensiones inmensas de terreno, de
migraciones que tapan los cielos, de aventuras en charcas y parajes. Nunca me cansaría de estar allí…recuerda. De
encuentros que dejaron poso aunque él no dijera ninguna palabra o de memoria de
ojos azules de nomeolvides. El final desfila suavemente y envuelve quizás
aquello que mas conmueve a cualquiera, el recuerdo de una madre, esplendorosas
páginas para un libro que deja el poso de lo bueno.
Allá lejos y tiempo atrás. W.H.Hudson.1919
de marcapáginas
Me
atrae el tema y un euro no va a ningún sitio. Compro el libro en Cádiz, día de
calor, librería de antiguo en plaza cercana al jaleo de otra que alberga a los
pequeños con sus padres, en ese maremágnum de idas y venidas, de coches y
correpasillos. Y el libro contiene una sorpresa y es un trozo de ecografía que
sirvió de marca páginas para un volumen ya antiguo. No sé qué se ve en ese
trozo de papel. Vida en blanco y negro en sombras. Las fechas son claras, 6 del
8 del 84, el hospital también, el Puerta del Mar de Cadiz. Hablemos de pronósticos,
el de la eco desconocido. Si es un bebé tendrá hoy unos 29 años, si era algo
mas nunca lo sabré; el del volumen también, como todo libro que empieza. Quién
lo leyó lo soltó. Yo también lo haré. Prometió al principio el libro. La vida
de Velázquez, o una parte, pero luego me perdí o se perdió el autor, o yo no
supe comprender donde iba y todo se quedó en fuegos de artificio y sólo algunos
detalles y poco más, para mi entender, que es pequeño pero soberano en mi
humilde biblioteca. No irá a la hoguera, seguirá su camino en busca de nuevas
manos que desentrañen que hay detrás de esas sombras de órganos humanos.
La
cruz de Santiago. Eduardo Chamorro. 1992
viernes, 12 de julio de 2013
la forja
Todo es escueto y sencillo. Parece que se telegrafía la vida en frases
cortas. El protagonista narra en tiempo presente. Me empeño en anotar los
nombres de los protagonistas. Al final lo dejo. Hay algo más allá de esos
nombres de los que no volveremos a saber más. Como el autor dice más tarde, “Los
nombres no hacen el cuento”. A veces aparece un diálogo, necesario. Y se
suceden los capítulos y estos se acaban con pensamientos a veces lapidarios, o
con reflexiones que dejan entrever algo más. De repente una confesión, a mitad
de lectura, en las faldas de su madre, un párrafo que me emociona. Y poco a
poco la realidad social pasa de ser contada a ser evaluada. Y aparece la rabia,
y siguen las perlas. Y el protagonista acaba su infancia y ya adolescente siente
el ansia de subir. Y de repente estalla el libro y se desborda, es en ese
capítulo titulado Revisión de la infancia. Espectáculo puro. ¿Es esto la vida?,
se pregunta Arturo Barea. Y ya el estilo barojiano se queda atrás y se toma
partido y el autor se pronuncia. Y todo aquello que yo había oído acerca de
esta historia se hace real. Así hasta el final de esta primera parte de la novela
autobiográfica del escritor. Con ganas de empezar la segunda parte.
La forja. Arturo Barea (1941)
recuerdos y vergüenza
Ya
lo dice la introducción, todos o casi todos los testimonios, un total de 27,
coinciden en que antes todo era mejor, y ese antes está ligado al periodo de no
libertad, al tiempo donde los protagonistas eran esclavos en ese sur
norteamericano tantas veces cinematografiado, viviendo en la más absoluta
indignidad. Hay algo de extraño en este libro que deja hablar a los
protagonistas y cuyo testimonio oral pasa por vidas olvidadas y miserables
vistas desde nuestra distancia. Esos testimonios se tomaron en la década de los
treinta cuando la gran depresión hacía estragos y cuando todos los
protagonistas estaban entre los ochenta y los cien años. Hay algo de añoranza
por los tiempos de la esclavitud, donde ellos rememoran una cierta seguridad en
las necesidades básicas, hay algo de síndrome de Estocolmo. No debió de ser
fácil el ser declarado libre de la noche a la mañana y no saber para qué servía
la libertad y más aún cuando costó tanto que esa palabra tan manida tuviera
sentido, está claro que no se pasó del blanco al negro, la escala de grises se
hizo infinita y la emancipación real no llegó hasta décadas más tarde. Los
relatos se suceden, algunos producen escalofríos. La miseria se masca y el
libro se acaba entre el recuerdo de la vergüenza.
Before freedom (When I just can remember). 1989
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