
El que llevaba a alguien en brazos en lo
alto de San Telmo no es otro que Mañara, fundador del Hospital de la Santa
Caridad, una de las muchas sorpresas que ofrece la ciudad. A la muerte de su
mujer, Miguel Mañara decide dedicar su vida al servicio de los más
desfavorecidos e ingresa en la hermandad de la Santa Caridad (1662). A partir
de aquí inicia su nueva labor. Tarea que hoy sigue desarrollando la hermandad
atendiendo a más de ochenta residentes cuya admisión se tramita con arreglo a
baremos de pobreza y soledad. Edificio de la segunda mitad del XVII se visita
con audio guía que brinda interesante información. El patio suena a agua y los
colores amarillo y blanco imperan. Dicen que fue la peste la que llevó a Mañara
a construirlo. Antes la hermandad se dedicaba a enterrar a los ahogados y a dar
consuelo a los ajusticiados. Fue él el inspirador de incorporar a los vivos bajo
el techo de la caridad. Del patio a la Iglesia, pequeña obra maestra. Resuenan
las palabras en el silencio de los bancos, “la caridad como forma de evitar la
condenación”. Don Miguel percibe el destino incierto: “En un abrir y cerrar de
ojos la muerte se impone”.
Como se
impone el arte en un recinto donde Murillo es protagonista con varias obras
como la de San Juan de Dios transportando a un enfermo o la excelente Santa
Isabel de Hungría curando a los tiñosos. Y no hay más porque el mariscal
francés Soult, gran amante del arte, se llevó unas cuantas en su vuelta a
Francia tras la Guerra de la Independencia.
Enrollar lienzos era más fácil que llevarse
esculturas. Y ahí permanece el excepcional Santo Cristo de la Caridad, que
representa a un Cristo arrodillado y atado de manos, obra de Pedro Roldán, de
la primera mitad del XVI. Del mismo autor se ve en el retablo principal
el Entierro de Cristo, espectáculo puro; dicen
que es la obra principal del autor y muestra múltiples figuras, Cristo, su
madre, las tres Marías, San Juan, Nicodemo, José de Arimatea y el ángel que
sostiene la lápida. Ya afuera, en la sala de cabildos, aparecen varios objetos
relacionados con el fundador, como su espada, así como otras obras pictóricas,
una de ellas, la de una niña repartiendo pan a los pobres mientras la puerta de
la verja de su residencia permanece abierta, evoca el mundo de la caridad.
Finaliza la visita y enfrente del hospital un pequeño jardín contiene una
estatua de Mañara similar a la que se encuentra en las alturas del palacio.
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