Tras el alajú, o “relleno”, postre típico de la zona
elaborado a base de miel y almendra como elementos básicos, subimos cuesta de
nuevo con parada en el Museo Diocesano, anexo a la Catedral de Cuenca. Presenta
el museo cámara acorazada para salvaguardar lo más preciado de la colección, la
orfebrería, un par de obras de El Greco y un calvario de Gérard David. Y un
exvoto, u ofrenda que los seres ofrecen a sus dioses. Dice la historia que
Julián Blanco y Catalina Bernal tuvieron siete hijos y ninguno vivió lo suficiente.
El octavo fue Baltasar Manuel, y fue ofrecido al Santo Ecce Homo de la iglesia
de San Miguel en el año 1673 en agradecimiento por haber conservado la vida. Al
pequeño niño, que ya no era un bebé, se le representa con una cinta a la
cintura llena de pequeños presentes en forma de abalorios o sonajeros, hasta un
total de 15, que son los mismos que se muestran dentro de la vitrina.
sábado, 6 de octubre de 2012
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