viernes, 31 de agosto de 2012

diario íntimo


Es el diario un género que debiera tender hacia la intimidad, que debería servir de salida de todo lo que conlleva el ser humano. Y para Juan Bernier, poeta cordobés, lo fue, “escribir es un desahogo”, vía de escape por la que fluye lo que él denomina su esclavitud, la de estar preso de la tentación de la carne joven. El autor murió en el año 1989 sin terminar de corregir el texto al que quiso dar luz. El diario empieza con añoranzas, evocaciones de infancia con deseo de recuerdo. Sigue la guerra civil, y el final de ésta, con la indiferencia general ante la miseria y la terrible represión. El autor es valiente y cuenta su vida oculta, la que nadie conoce, la que le hace pasear a la luz de la noche buscando el placer prohibido, la belleza de los jóvenes o de lo niños que venden sus caricias o su cuerpo por unas monedas. Y se descubre observado y piensa en el suicidio ante el rumor. Busca a Dios, prueba la confesión religiosa, pero lo que más le ayuda es su auto comprensión, que le genera una tranquilidad de conciencia sin que aparezca la depresión del arrepentimiento. Y afirma que “todo es normal, incluso la anormalidad misma”. Y declara sincero que “son los ojos mi alegría y mi martirio”, y que “mi secreto está prohibido”. No quiere hacer proselitismo,  “no quiero, no, que los demás sean como yo”, y así transcurre esta dura confesión en cuartillas, repleta de poesía. Si algún día lo leen, no dejen de releer el apartado titulado “Calle de amigos: calle de cadáveres” (28/12/1942). Sentirán cómo algo se mueve dentro de ustedes, y sentirán como propios el remordimiento y la impotencia del autor ante el enfermo apestado que busca consuelo, que sólo busca que le vean, mientras las miradas se escabullen a su paso.

Juan Bernier-Diario (1918-1947)

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