domingo, 20 de mayo de 2012

juanita la larga


Vuelvo a Juan Valera como un glotón a su armario favorito, el que encierra el dulce prohibido. Y esta vez es Juanita la larga, y la escritura es de otro siglo, el diecinueve para ser más exactos. Y se nota porque las palabras se complican, los giros se adivinan y el vocabulario se me ha quedado pequeño, pero no quiero refugiarme en el diccionario para no interrumpirme a cada paso, y me quedo con el sentido y con la idea de cuánto hemos perdido por el camino. Y si la escritura ha cambiado qué decir de la lectura. O por lo menos de la mía, leo a salto de mata, acompañado por voces y aparatos, y el ejercicio se antoja difícil pero habitual. Probablemente hemos perdido la paciencia también. Como dije, vuelvo buscando algo, lo que encontré leyendo Pepita Jiménez, y no lo encuentro aquí. Quizás en algún momento sí, quizás he olvidado aquella obra, quizás fue sólo una ilusión. Son recuerdos lo que dejan los libros en el lector, y aquel es terrible, de bueno. Y difícilmente mejorable, es por ello que volveré a la despensa en busca de esa adicción que te deja a veces una lectura, y aunque segundas partes nunca fueron buenas, espero que segundas lecturas sí lo sean, y no sólo simples ilusiones.
Juanita la larga. Juan Valera. 1895

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