domingo, 8 de abril de 2012

las túnicas del corazón

Podrían hablar de todo y de nada a la vez. Los que van a morir por su propia voluntad no suelen hablar, no suelen contarlo, directamente van y lo hacen, ponen fin a su desesperación. En Grecia un jubilado de 77 años se convierte en héroe tras su suicidio, asediado por la crisis. Dicen que en España ha descendido el número de suicidios durante la crisis, a diferencia de Grecia e Italia. Si las estadísticas no mienten esta vez sí que somos un caso clínico claro. Hasta somos capaces de engañar a la parca. Si el corazón tuviera alma nunca se pararía, aunque no sé donde para el alma. Hay quien le puso hasta peso, gramos contabilizados. Pero allá donde esté, a veces el alma no puede con la voluntad, y ésta, sin atisbar esperanza, decide acabar de una vez. Entiendo a aquellos que así lo deciden. Entiendo a todos, quizás sea más fácil entender al prójimo que a uno mismo. Nos recubrimos con múltiples capas y máscaras, y desfilamos en fiestas o sin ellas, sin saber dónde vamos. Ahora que la Semana Santa termina se guardan las túnicas. Las del corazón permanecen ahí, siempre. Otros les llaman membranas, es más poético que se hable de túnicas, esas que rodean el músculo latiente, y lo protegen y acunan. Si el alma existe, de seguro que envuelta en túnicas vive mejor.

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