domingo, 15 de enero de 2012

4:27

La sorpresa espera en cualquier esquina. La fuente de inspiración también. El sentimiento no podía ser menos, por doquier espera agazapado. Y es viernes casi tarde y la música en el coche sigue sonando y suena el piano, y al poco una guitarra, y después la voz (“una vez”) y miro el ipod tras un rato para descubrir a la responsable de esa voz. Los músicos se hacen llamar Pastora. Y la sorpresa es mayúscula, porque funcionan los acordes y la mezcla es apoteósica. La canción, “desolado”. Y después de “una vez” la busco y encuentro y en 48 horas la habré escuchado tantas veces como mi mente quiera, y no me cansa. Y es que la voz de Dolo Beltrán es así, envolvente. Pero escúchela. (http://www.youtube.com/watch?v=xrfe1zw2r2o), son sólo 4:27. Y entre medias, El Cigala, Diego, cantando tangos y algo más, en el Auditorio de Alcobendas. Es sábado, ocho de la tarde. Llega tarde y los músicos ponen la entrada. Y sorprende ver al Cigala tan escueto en su comunicación con el público, concentrado en su lenguaje musical y corporal, el que a borbotones despliega. Y la ovación final, digna de cronómetro, hace honor a su profesionalidad y a su arte. Y los acordes de “El día que me quieras” suenan a gloria. Canción escrita para Gardel, por el letrista Alfredo Le Pera, que a su vez se inspiró en la obra de un poeta mexicano del siglo diecinueve, Amado Nervo. Y así, entre poetas románticos y canciones que llegan donde sólo la buena música puede llegar, transcurre el fin de semana, ese donde nunca es tarde para la sorpresa.

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