viernes, 16 de diciembre de 2011

Bandrés

Persiguió incansablemente el diálogo para acabar con la violencia en Euskadi. Después de muchos años de brega, abandonó la política, cansado de batallas, ambiciones, personalismos e incomprensión, y se dedicó de otra forma al ser humano, en este caso a los más débiles, a los refugiados. Le persiguió la enfermedad y desde una silla de ruedas vio pasar todavía muchos años. No sabemos si realmente interiorizó el anuncio del cese de la violencia por parte de ETA, que se produjo escasos días antes de su muerte. Denostado por muchos, amenazado de muerte por los extremos, se mantuvo fiel a su palabra y al ejercicio de ésta para intentar alcanzar la convivencia pacífica. Sorprende el olvido de tantos a su memoria. Los enfermos suelen ser muertos en vida. Ahora que las armas callan, el silencio echa de menos su palabra mesurada, juiciosa y sensata.
A los hombres futuros (Bertold Brecht):
“Pero vosotros, cuando lleguen los tiempos en que el hombre sea amigo del hombre, pensad en nosotros con indulgencia”
Juan María Bandrés (Memorias para la Paz)-1998- Raimundo Castro

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