domingo, 9 de octubre de 2011

in memoriam

A veces pasa, a veces me pasa, de tanto usar el lenguaje llega un momento en que hablamos sin saber lo que decimos y palabras sueltas salen hacia afuera sin saber casi su significado, copiando como los monos. Dicen que éstos son expertos imitadores, nosotros también. Estos días se habla mucho de talento, por aquí y por allá. Hay talento deportivo, académico, profesional, empresarial. Creo que también debe de haber un talento emocional, el que dicen que da la felicidad, y por supuesto, el amatorio también existe. Voy al diccionario y leo: capacidad intelectual o habilidad que tiene una persona para aprender las cosas con facilidad o para desarrollar con mucha habilidad una actividad. Y miro para mis adentros y busco talento y me asusto cuando la búsqueda se completa. Será que la genética hizo en mí maravillas, azarosas, de esas que te dejan sólo con una opción, la de trabajar continua y constantemente, imitando a la hormiguita laboriosa o al mono imitador que se fija tanto que nos hace pensar que puede llegar a hablar, cuando creo que no sabe lo que ve. A mí eso también me pasa a veces, mis ojos reciben demasiados estímulos, la realidad me supera a veces. Y me dan ganas de bajar un peldaño en la escala evolutiva para mirar y mirar y mirar, y no hablar, y buscar sólo lo importante.

Acordarse de que vas a morir es la mejor manera de evitar la trampa de pensar que tienes algo que perder. (Steve Jobs)

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