martes, 9 de agosto de 2011

92-28

Gustan los medios de comunicación nacional de alabar los éxitos del deporte español. Y por añadidura, los autonómicos lo hacen con los suyos. Y así nos pasamos la vida, dado que no hay muchas cosas más de las que sentirse orgullosos en la piel de toro o en sus diversas configuraciones. Cuando los triunfos no llegan siempre habrá excusas, silencios o interpretaciones a la carta. Les diré que la selección de Euskadi de baloncesto se tiró al ruedo sin muleta y cruzó el charco para jugar una serie de amistosos en tierras argentinas. La potente selección albiceleste ganó a los vascos por 92 a 28. Este resultado, más propio de un campeonato colegial que de un partido entre selecciones, evidencia la realidad. El baloncesto vasco a nivel de clubes, bien representado por Caja Laboral o Bilbao Basket, tiene mucho de baloncesto, pero poco de vasco. La selección es un reflejo de que esto es lo que hay. Los políticos de balconada, cuando llegan los títulos, se arriman al calor de los éxitos de unos clubs profesionales, ejemplos de buena gestión de los recursos o de empresas que hacen bien su trabajo, solo que sin jugadores nativos, lo cual ni es bueno ni malo, es parte del negocio de una entidad que intenta maximizar beneficios. Lo que no es de recibo es que se quiera explotar el localismo, lo nacional o lo patriotero en base a clubes que en poco representan a ese sentimiento tan extraño y anacrónico que busca la identificación con banderas, himnos y demás bagatelas.

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