viernes, 22 de julio de 2011

un cuento chino

Con poco se puede hacer mucho, y ese poco comienza con buenos actores y casi es suficiente, podría incluso ser una obra de teatro, de escenario casi fijo. Pero el teatro tiene un problema, los primeros planos del cine no existen, aunque estés en primeras filas. Y no podríamos valorar la presencia de Ricardo Darín, ni su mirada, que atrapa a Mari, a la que interpreta Muriel Santa Ana. Y tampoco podríamos ver otros encuadres, aquellos donde la realidad gris del protagonista queda iluminada por las entradas de Mari en escena, que llena la pantalla con sus ojos, vivos, de enamorada, brillantes en su búsqueda de él. Y ella pone esa luz en medio de ese día repetitivo, monótono y miedoso, que ya el azar quebró para ahondar en lo más profundo del alma. En época de efectos especiales, luces y sonidos, el perfil de actores puros engancha y atrapa en esta película deliciosa, amarga y simpática, con melodía de fondo, china, con final de pastos y vacas, con visos de película que no se olvida.

Un cuento chino (2011). Sebastian Borensztein

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