domingo, 20 de marzo de 2011

reflexión sobre el espectáculo

Los hombres gustan de lo que es espectáculo, sobre todo el de la muerte, cuando esta muerte es la de un grande.
Chateaubriand (1768-1848)
Hay muchas clases de vivos, cada uno en sí mismo originaría una especie propia. Pero podemos crear conjuntos, y agrupar en uno a los de los países desarrollados y en el otro a los habitantes de los países menos favorecidos, bendecidos por la desigual distribución de la riqueza, la corrupción, el despotismo y demás barbaries. Unos están más acostumbrados a la muerte que los otros, la ven más cercana, tarda menos en llegar y se convive con ella, en muchos casos a diario. Por eso creo que la desgracia de Japón se asimila peor en el mundo occidental. Rodeados de todas las comodidades del mundo, con grifos que dan agua y luces que se encienden, el paradigma de la sociedad tecnológicamente avanzada sufre el embate natural y muchos pierden todo. Habrá que analizar lo que conlleva la comodidad, a la que nadie que yo conozca se quiere substraer. Los que quedan vivos sufren hasta con estoicismo santo y dicen que les cuesta exteriorizar los sentimientos. El salto del todo a la nada en un segundo. El paseo por la orilla de la eternidad. Esa es la vida. Recordatorio útil o inútil, según el día y la luz del sol. Se convocan manifestaciones contra la energía nuclear en España. No va nadie. Un cartel: japoneses si, nucleares no. Da risa. La vida da risa a veces. La muerte no. La frontera es difusa. Mejor no mirar esas imágenes, absurdas y terribles, diminutos seres los vivos, aún fuertes y grandes, aún gigantes, con pies de barro. Capaces de amar la vida y la naturaleza, pero la naturaleza no entiende de amor, para nada. No da nada a cambio del amor nuestro. Está viva y en movimiento, constante y perpetuo, una pequeña bola de fuego cubierta de vida y abonada por muertos, calentada por una gran bola infernal. Todo en el espacio, a la intemperie. Y nosotros sin saber qué pie apoyar primero al levantarnos de la cama, tras el sueño, donde vida y muerte se confunden, puro espectáculo el sueño.

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