domingo, 13 de marzo de 2011

naturaleza

La naturaleza da la vida y la roba también. El temblor del suelo, imprevisto y mortal, se lleva todo por delante, el descontrol total. A otros la vida se la robaron, y en vida. Las pequeñas almas de sus hijos, robadas, por dinero o lo que sea. Canallas. Engañar, mentir, robar y vender niños. Y los niños no se enteran. Y los padres se pasan los años recordando al bebé muerto. Y cuando son mayores se les remueven las entrañas. Y conocen lo que significa el ADN. Por culpa de los canallas. De los que roban la experiencia de ser padres y amar criaturas, eso que justifica toda una vida. Ante esto, leo las cartas de Ruiz Mateos, implorando ayuda a Botín, y siento vergüenza ajena, y me parecen ridículas. Y las misas en su capilla privada pidiendo por las intenciones del banquero demuestran la incapacidad del ser humano para asumir sus propios errores. Y las ayudas no llegarán del cielo, salvo por aire, en aviones o helicópteros, ayuda humanitaria para los japoneses. A la naturaleza no se la puede juzgar, a los humanos sí.

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