domingo, 16 de enero de 2011

de la infancia

Hay cosas de la infancia que se quedan allí. Una noticia anuncia que quizás se añada un nuevo signo al zodiaco. Todavía hay gente adulta que se interesa por ese tipo de predicciones y me sorprende. Ya saben que siempre hay negocio tras la desazón humana. ¿Y recuerdan los tebeos? La vida es un inmenso tebeo donde hay situaciones cómicas cada dos por tres, afortunadamente. ¿Se acuerdan de esas historias donde tras un accidente, pelea o golpe, uno de los protagonistas aparecía escayolado o vendado de pies a cabeza, cual momia egipcia? Pues bien, si han leído o visto la prensa estos días en cualquiera de sus medios, quizás hayan reparado en la foto de una persona, tumbada en una cama de hospital, cubierta de vendajes, y que recibe la visita del más alto mandatario de su país. El enfermo se quemó, se auto inmoló. El que atiende las explicaciones de los doctores era el presidente de Túnez. El enfermo murió hace unos días, sin ver como su gesto desencadenaba una revuelta popular que acababa con la dictadura de aquel que en ese momento de la instantánea desconocía su futuro. Puede que el jefe, Ben Alí, no consultara su horóscopo. El enfermo se llamaba Mohamed, le fue incautado su puesto de venta de frutas y quemarse fue su forma de protestar. Hay otras cosas de la infancia que nunca nos abandonan, esas que como decía Serrat, “nos hacen que lloremos cuando nadie nos ve”. Y aunque Mohamed no fuera nuestro amigo de la infancia, no es difícil emocionarse al ver su foto sin rostro.

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