sábado, 29 de enero de 2011

censura

Es compleja la labor de un recogepelotas en un campo de fútbol. Lanzar bolas y recoger otras. Y entre medias medir el tiempo, dependiendo de si el equipo de casa pierde o gana. Pero a veces, la rutina desaparece y tareas nuevas aparecen en el horizonte más inmediato. Botellazo a Casillas en la cabeza, en campo del Sevilla, el portero cae al suelo y los recogepelotas, dos, salen disparados a recoger el cuerpo del delito más otro que no impactó. Raudos, desaparecen de escena. Al herido Casillas que lo atienda otro. Interesante educación la de estos tipos, si quieren les llamaré personas. Habitantes de las bandas, enseñados para ocultar pruebas y formar parte del espíritu cavernícola de lo que rodea al fútbol. No oigo censuras por ninguna parte. Espero que las haya habido. La gente se ríe. Espero que alguien les haya dicho algo. Sus padres, amigos, los que les contratan para esa labor. Alguien. Censura, sacarles los colores, las vergüenzas, afearles la conducta. Algo. Todo, salvo reír su gracia, maldita gracia.

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