domingo, 19 de diciembre de 2010

lo posible

Todo es posible, gente que duerme sentada con las manos recogidas en gesto de oración, con la cabeza inamovible, ajena al bullicio de la juventud que no entiende de retrasos aéreos, y que comparte su tiempo con gritos y chillidos, con la algarabía que dan los pocos años. Nieva en toda la zona y Londres se prepara para la gran tormenta. La navidad a la vuelta de la esquina y las calles se pueblan de negocio, tradición y villancicos. Grupos corales desafían a las bajas temperaturas al borde de un río oscuro y profundo, ancho y que destila todo el frío del mundo mientras lo atravieso por un largo puente. La gente compra, ajena a crisis, que afectan a otros, a los afectados. La amabilidad parece extraordinaria, incluso excesiva a veces; nos habremos malacostumbrado. Deberíamos ser así siempre. La vida sigue para el resto y las luces iluminan árboles y tiendas. Todo es posible en Navidad, hasta quedarse colgado por culpa de los copos, hasta ceder a la tentación del consumismo, incluso del espíritu navideño. Hasta seguir dormido con los ojos cerrados mientras todo sigue girando alrededor.

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