martes, 9 de noviembre de 2010

tras la vida

Martes, 9 de Noviembre de 2010, es fiesta en Madrid, día de la Almudena. Viajo hasta el cementerio de Albacete para visitar el nicho de mi padre. Y de paso, los de múltiples familiares, algunos de ellos fallecidos sin que yo les conociera, algunos con lápidas que sólo dejan ver las letras que dicen no os olvidamos. Ya ni los nombres existen. Llueve, y comparten estado cristales y corazones, ambos rotos. Unos, los cristales, por el viento, que inmisericorde azota la península, reventando improvisados floreros. Otros, los corazones, rotos por la enfermedad, la pena, la angustia o la congoja. El cementerio está lleno de cosas: lápidas, tumbas, flores, agua, tierra, fotos color sepia, rostros serios, otros angelicales, otros, muertos por la patria, otros, fusilados en la tapia, que todavía muestra los impactos; cruces, columnas y galerías llenas de fallecidos. No hay nada en el cementerio, salvo lo anterior, nada. Algunos quizás encuentren consuelo, los que creen. Yo encuentro el vacío, sinónimo de la nada. Ya de noche, la carretera se cubre de luces. Algunos se empeñan en querer llegar antes de tiempo a los campos santos. Se empeñan en generar consuelos o vacíos anticipados.

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