lunes, 29 de noviembre de 2010

clásico

El clásico viene con nieve en Madrid, blanca. Y lluvia en Barcelona. El clásico de la simpatía o la antipatía. Del pendenciero Mourinho, que parece empeñado en enfadarse con todo ser humano y de un Guardiola diferente. Dos modelos de construir un club de fútbol que comparten el mismo objetivo de ser más que el otro o más que nadie. Ideas diferentes para llegar a la cumbre. Dos modelos que comparten los oídos sordos y ojos ciegos de un sistema que permite los endeudamientos de clubes, no empresas, generadores de riquezas para unos pocos a la par que frustraciones y sinsabores. El pan y circo de siempre. La crisis se olvida, la nieve deja de ser noticia, partido atípico en lunes, primer día de la cuesta arriba semanal, hoy más soportable. Nadie soportará perder, los aficionados, los que menos. Está todo dicho o escrito. Todo menos que la nieve es blanca, no azulgrana. Y nunca lo será. Hay cosas que no tienen color, como la impotencia. El Madrid la demostró, como en los últimos años. El Barcelona, también, como en los últimos tiempos, hizo lo que sabe, jugar al fútbol, y muy bien. El césped se tiñe de azulgrana, de momento. Algunos egos salen del clásico estrellados y blancos como la nieve, pálidos.

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