sábado, 18 de septiembre de 2010

principios

No hay principios cuando nacemos. Los adquirimos con el crecimiento, con la enseñanza y compartiendo nuestro tiempo con la sociedad. Pareciera que los principios de la gente normal se alteran según los destinos, ocupaciones o trabajos. Algunos políticos sufren esa transformación, que suele tener dos estadios, el ser político, y el ser gobernante. Dependiendo de la actividad se cambian unos u otros. Los intereses económicos o políticos provocan variaciones increíbles, algunas casi de un día para otro. Ejemplos miles, Moratinos, ministro de exteriores, declaraba hasta hace unos días que nunca reconocerían la independencia de Kosovo. Ha cambiado de opinión, porque Serbia, haciendo gala de un pragmatismo asombroso reconocerá a Kosovo para que le permitan ser Europa. Y el gobierno español cambia el discurso rápidamente, la postura numantina se ha disuelto como una pastilla efervescente y donde dijo digo,….. Sorprende también el apoyo de Zapatero a Sarkozy en la cuestión de la expulsión de los gitanos. Ya sé que la política es diplomacia, pero….Mientras, Trinidad Jiménez y Tomás Gómez siguen a la greña, lucha cainita por el poder. Ahí la diplomacia no juega, no vale, ambos son candidatos. En Francia, los socialistas en la oposición votan en contra de retrasar la edad de jubilación a los 62 años. Aquí, sus compañeros quieren retrasarla. Creo que no valdría para ello, para ese trabajo. No defiendo las posturas numantinas, tarde o temprano los muros se derriban, pero entre principios y oportunismos, me quedo con los primeros. Lo difuso me da miedo. Estoy de acuerdo en que los dogmas sobran, pero de eso al hoy sí, mañana, no, qué será, será, hay un trecho. Yo, como ciudadano de a pie, me voy acostumbrando a no entenderlos, pero bueno, habrá que ser empático, aunque cueste, porque cuando se acaban los principios, los finales no suelen ser buenos.

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