domingo, 8 de agosto de 2010

doble unión

Me gusta la conjunción copulativa, alguno seguro que dice: a mí también. Pero hablo de lenguaje, conjunción es algo que enlaza o une con, copulativa también une, doble unión. Me gusta como recurso que abarca escrituras enteras, que posiciona un estado de ánimo al principio de una frase o que engancha para enfatizar, para terminar de descargar el sentimiento sobre el papel; algunas veces viene la “e”, otras “ni”, pocas veces aparece ”que”. La reina es la Y, majestuosa para ir, para venir, mi preferida. Hoy no sé qué decir. A veces pasa, hoy tocan puntos y aparte. Una encuesta refleja que cuatro de cada diez personas creen que la culpa del maltrato es de la mujer. Lo mejor es no comentar estas cosas, excepto para desear que nunca les toque de cerca, de refilón o de pasada una situación de esas. Seguro que no piensan lo mismo al cabo de un rato. Dios como salvavidas, tiempo de verano, tiempo de caminos, de Santiago, hay más, veredas o sendas para buscarle o para hacer deporte. Lo que no se ve es en lo que muchos depositan su confianza ciega, opción con más éxito que confiar en lo que se ve. Comparen ustedes la fe en el más allá con la fe en los políticos. La última encuesta del CIS en España ya pone a los políticos como problema. Vertederos en Ecuador, una señora de 75 años se está quedando ciega, pero todavía se acuerda de Dios después de una vida indigna a todas luces, escarbando la basura para vivir. Se acuerda para pensar que pronto se la llevará. No me resisto, la copulativa asoma. Y la nave va, me refiero a la que navega por aguas de Mallorca, con el príncipe enrolado. Qué bien viven los que viven bien, alejados de todos los problemas, hasta de elegir entre Dios y los políticos.

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