He tardado en leer este libro mucho tiempo. Leído a salto de mata, en consultas médicas, como libro de espera, para llenar espacios, es ideal para los tiempos muertos. Paul Theroux se marchó a China, se metió en mil trenes y recorrió el país de punta a punta, mezclándose, preguntando, convirtiéndose en un observador de una realidad que asombraba día a día. Eso no es turismo, es otra cosa, es viaje, anonimato, ausencia de prisas, como decía Baudelaire, “los verdaderos viajeros son aquellos que parten por el gusto de partir”. Theroux me da envidia. Tuvo tiempo para hacerlo, no es cuestión de dinero, osadía, atrevimiento y talento para dar forma a este relato, páginas de descubrimientos continuos, historias contadas sobre un país a camino entre la locura y el futuro, que seguro que actualmente se parece poco a lo que Paul vio en el año 1986. Es lo que tiene que el tiempo no se pare.
En el gallo de hierro. Viajes en tren por China. Paul Theroux. 1989
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