El autor convoca al consejo de ancianos y les deja que hablen. Eso dicen que se hacía en las antiguas tribus, donde la sabiduría de los mayores era algo a tener en cuenta. Ambos personajes construyen un escenario de cercanía, lleno de humor, de episodios comunes, con respeto mutuo, con el escepticismo que da la edad, ese que le lleva a Fernando a decir que ya no cree en nada, que no entiende lo que dicen los políticos u otros muchos. Yo no tengo todavía los años que tenían ellos cuando parieron este libro, pero me siento identificado con ellos. O me he hecho viejo prematuramente o el nivel de incomprensión alcanza límites insospechados. El consejo de ancianos nunca podrá repetirse, ambos fallecieron, lástima, hubiera sido precioso verlos describir con su sarcasmo e ironía los que nos rodea. Quizás hubieran tenido ganas una vez mas de cambiar el mundo, la tuvieron, todos la hemos tenido alguna vez. Pero no, cada cosa a su tiempo, ambos coincidieron, estaban en ese punto donde querer no es poder.
La buena memoria de Fernando Fernán-Gómez y Eduardo Haro Tecglen. Diego Galán. 1997
Pastel de manzana en Airfriyer
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Batir 1 huevo, un chorrito de aceite, otro mas grande de leche, una
cucharada de Royal y harina hasta que quede una crema. Pelar una manzana y
cortarla en ...
Hace 2 días
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