domingo, 21 de febrero de 2010

gramos de felicidad

Si la felicidad se pudiera acumular, estaríamos todos gordos, unos mas que otros, pero no es así, como la energía, sólo se transforma, ni se crea ni se destruye, llega, crece dentro de tí y se va, sin más, en busca de otras almas. Esta mañana nevaba, llovía y volvía a nevar, las calles semi desiertas, entorno ideal para correr, no ví a nadie, la lluvia asusta, pero ahí estaba esperando, la felicidad, en forma de copos, gramos que caen del cielo para acompasar el sonido de los charcos y la respiración jadeante. Sí, usted se lo pierde, llegar empapado y mojado no tiene precio. Por cierto, correr sirve para ver tu ciudad, ésta, a la que llaman gran ciudad, Alcobendas, por designación oficial, está sucia, quizás como muchas, como todas, más o menos que algunas. El agua sirve para que corra la porquería, para purificar el ambiente y para advertir lo desagradablemente cerdos que algunos son, y no me incluyo, porque no lo soy. No tengo perro, no dejo mierdas por el suelo, no tiro colillas al suelo, papeles, botes de bebida, plásticos, no soy uno de esos que mancha por donde pisa. Esto no es culpa de los dirigentes, esto es culpa de los maleducados que transforman la gran ciudad en un vertedero donde cabe de todo. Sí, cada uno que se mire y piense, aunque el pensamiento suele esquivar determinadas almas o mentes, precisamente las de esos ciudadanos. Me quedo con la nieve que tapa todo y aunque sea por unos minutos el paisaje alcanza la categoría de idílico.

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