miércoles, 6 de enero de 2010

regalo

Desde una gominola en forma de corazón, simple y granate, suave y blanda, dulce para los labios, cercana, más pequeña que aquel de quién toma la forma., hasta el más grande y más caro de los regalos, pasando por el regalo de la vida, de una sonrisa, una muestra de afecto, todo vale, hasta el regalo que no se ve, porque el que lo compra es ciego y sólo intuye lo que adquiere, acompañado por un lazarillo que no habla y no entiende de grafías y de historias, de nuestras historias, las humanas, quizás su tacto, sensible hasta el extremo, sepa definir formas, y extraer con los sentidos otras cosas que nosotros no captamos, regalo que no nace más que del corazón, que todo lo ve. Cosas pequeñas, pequeños gestos, un microscopio para ver la luna, dice la niña toda ilusionada, uno de sus regalos, para observar a la más grande y cercana, nuestro satélite, luz vista a través de la inocencia, que sabe poco de distancias, cercanías y lejanías. Lo pequeño se impone en esta tarde en la que los magos se alejan dejando sombras y melancolía.

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