jueves, 31 de diciembre de 2009

la última del año

En estas horas previas al fin de un año y comienzo de otro, almibaradas hasta más no poder, llenas de deseos, buenos y grandiosos, me apetece escribir, tanto como correr, en capilla, para la San Silvestre, correr hasta no parar, correr para no pensar, al igual que escribir, a borbotones, para decir que el año se acaba, porque un día deja paso a otro, como cualquier día, solo que alguien se empeña en darle boato, que viva el amor de verdad, que muera la estupidez, escuchen esto, oído en la primera, “a los que tenemos espíritu joven, nos gustan los petardos”, ya; que viva la realidad, leído en la prensa, el presidente del Alavés, segunda B, fútbol, tres millones de euros de deuda, se dice decepcionado porque la ampliación de capital sólo ha dejado 282.000 euros, entre unas 1000 nuevas almas cándidas, en forma de accionista, dan 282 euros por persona. Lo raro es que todavía haya espíritu infantil que apoye con dinero de su bolsillo al fútbol profesional. Ya sé que he perdido el adjetivo de infantil, que no el sustantivo adjetivado, pero hay algunos que no lo pierden, ni bueno ni malo, raro, extraño, libre en definitiva., como el vestirse, la pantalla muestra modelos de todo tipo, secretos para el último traje del año, libres de nuevo. En fin, deseos, pídanlos ustedes, que yo no pediré, de poco valen, eso se lo aseguro. Mañana, la uno sin publi, qué alegría, ya era hora de no tener que aguantar imaginación desbordada en forma de horrorosos anuncios que atentan contra la inteligencia humana. Así, podría seguir y no parar, hasta podría acabar una novela esta misma tarde, pero hoy, lo dicho, toca correr, y no parar, respirar a pleno pulmón, prometo adelantar a más de uno, sentirme infantil, a mi manera, libre.

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